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El primero, fué poner las demás religiones en mala opinion con los principes y despues con cuantos han podido, descubriendo sus imperfecciones; y con destreza y buen modo de la opresion y caida de otros, procurar su propia grandeza; así se han señoreado de muchas abadías y gruesas rentas, quitándolas con sus relaciones á otras religiones que las tenian primero.

Sólo podían pensar así los pobres de inteligencia que forman la principal masa de todas las religiones; los que no ven en el mundo nada más allá de su propia individualidad egoísta; los que sólo aman la virtud como un pasaporte para entrar en la vida eterna, y hacen algún bien es con la idea de que giran una letra sobre el porvenir para que se la paguen con un puesto en el cielo.

Para comprender lo grave de la noticia, basta oír la conversación de Guardiana con una vecina de mesa. ¿ no sabes, Guardia? La Píntiga se metió protestanta. ¿Y eso qué es? Una religión de allá de los inglis manglis. No por qué se consienten por acá esas religiones.

Todas las razas y religiones han podido subsistir con seguridad y concurrir, según su genio particular, á la obra comun del progreso. Todas las formas del gobierno propio han podido tener aplicacion y ponerse á prueba para que los resultados, permitiendo la comparacion, hiciesen conservar lo bueno y desechar lo malo.

La víspera del dia destinado se enarbolaba el estandarte de la sobre la puerta del Castillo, y permanecia hasta la tarde. Despues de vísperas acudian allí todas las religiones á acompañar la procesion, en que se sacaba la cruz, que era muy grande y de color verde, y se colocaba de antemano con la mayor decencia en la iglesia de S. Martin.

Probablemente, los distintos Sindicatos darán origen también a religiones diversas, ya que no es fácil concebir cómo se pueden tener las mismas creencias ni los mismos sentimientos en el país del carbón que en el país de la cal.

Habían intentado establecerlo las religiones. Pero la religión había fracasado, estaba moribunda, y sólo la ciencia podía imponerlo al porvenir. Debían desandar lo andado, ya que la humanidad marchaba por un camino de perdición: era forzoso volver al punto de partida.

Permítame usted, Moreno... ¡Es que todas las religiones tienen sus milagros!... Permítame usted, Moreno; el mundo sería... ¡Es que, amigo Oliveros, todas las religiones tienen sus milagros! ¡Pero permítame usted, Moreno! el mundo sin religión sería... ¡Es que... Cada cual, enamorado de sus proposiciones juzgándolas de todo punto incontrovertibles, no quería escuchar siquiera las del contrario.

Es que el mal de todas las religiones está en su esencia misma, en que no pueden reverdecer constantemente como el árbol de la vida, reponiendo con hojas verdes las hojas secas y con nuevos retoños los troncos viejos; en que no puedan cambiar y caminar con el progreso del espíritu humano.

Esos, en su egoísmo, tienen tal concepto de la importancia de su persona, que necesitan que ésta se perpetúe después de la muerte, admitiendo como indispensables los cielos y los castigos inventados por las religiones. El hombre emancipado por la ciencia, se preocupa de la suerte de la humanidad tanto ó más que de la de su individuo.