United States or Réunion ? Vote for the TOP Country of the Week !


Halagada por los elogios disparatados de la vieja y sus extraordinarios relatos de las costumbres gitanescas, Feli la veía llegar con agrado todas las tardes. Algunas veces venía acompañada de otras mujeres y hacía gala de su gran amistad con «la señorita».

Algunas tardes sacábale a paseo por las afueras, procurando entretener su imaginación con ideas y relatos placenteros, absolutamente contrarios al fárrago de disparates que el infeliz chico había tenido últimamente en su cerebro. A los quince días de este enérgico tratamiento, mejoró visiblemente, y su hermano y médico estaba muy satisfecho.

Así debió ser, pero me temo que en los relatos haya mucha exageración de los hombres de pluma, cuentos maravillosos... lo que ustedes llaman «literatura». Ojeda, que escuchaba pensativo, habló a su vez. Y hay que pensar, doctor, en los esfuerzos que costaría llevar al Nuevo Mundo cada uno de esos productos destinados a la aclimatación, en pequeños buques, con la gente hacinada.

El viaje de Julio había servido para hacerla sentir con más intensidad su ausencia. Viéndole, escuchando aquellos relatos de muerte que el padre se complacía en repetir, se dió mejor cuenta de los peligros que rodeaban á su hijo. La fatalidad parecía avisarla con fúnebres presentimientos. Le van á matar decía á su marido . Esa herida es un aviso del cielo.

Ella se preocupaba de la vida de su vida; le acosaba con preguntas para conocerla con todos sus detalles; la hacían reír mucho sus relatos de aventuras en los bajos fondos de Madrid. Quisiera ver eso; conocer sus bohemios, sus cantaoras. Lléveme con usted, Fernandito; sea usted bueno. Yo conozco algo de París, pero lo de aquí es indudablemente más interesante, más típico... Debe oler a puchero.

Tal vez le hayan dicho que una parte de ella anda por ahí en relatos novelescos... Pero la verdad es siempre más cruda, más intragable que los pequeños trozos realistas de los libros, aderezados con salsas de fantasía... La mujer que me trajo al mundo pereció como un animal, cansada de trabajar.

El tío Ventolera se acordaba también de los relatos que hacía su padre de la época en que Ibiza tenía corsarios y llegaban a su puerto embarcaciones apresadas, con moras y moros cautivos.

Algunos lo supusieron oculto en los peores barrios de Buenos Aires; otros aseguraban haberlo encontrado de fotógrafo en Paysandú. Nadie sabía dónde había muerto. ¡Macanas! decían los incrédulos al escuchar tales relatos . Todos los gringos que vienen por acá y no quieren trabajar la echan de Juan Ort, para que les admiren los zonzos.

El hebreo, vuelto a la tierra natal de sus abuelos, iba coleccionando en una pieza de la escuela recuerdos de la Inquisición, con la minuciosidad vengativa de un prófugo que fuese reconstituyendo hueso por hueso el esqueleto de su carcelero. En un armario alineábanse libros en pergamino, relatos de autos de fe y cuestionarios para interrogar a los reos durante el tormento.

Cuando volvía Isidro, repetíale estos relatos, y el joven, al escucharla, lanzaba miradas de extrañeza al puente vecino, por donde pasaban coches, carretas y peatones, todo el tráfago de un gran núcleo de población; a los inmediatos desmontes, con sus faroles de gas; al tranvía eléctrico que bajaba por el paseo de los Ocho Hilos expeliendo chispas verdes y azules de sus ruedas.