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Todos decían que el padre quería quitarle al hijo todo lo que tenía éste de sastre, para convertirlo en un gentilhombre a fuerza de hacerlo montar a caballo. «No es porque sea sastre; pero, considerando que Dios me ha colocado en esta condición, estoy orgulloso de ello, porque las palabras «Macey, sastre», fueron inscriptas encima de nuestra puerta, antes de que la efigie de la reina Ana desapareciera de los chelines.

; , señora... anoche se me presentó el tal Gabriel y me dijo que una dama encubierta, con trazas de muy principal, había ido á casa de una tal María Suárez, mujer de un escudero llamado Melchor, y sin descubrirse pidió mil y quinientos doblones, por los cuales se darían tres mil pasando un mes, mediando un recibo de la reina. ¡Ah!

Verás muchas familias elegantes que no tienen qué comer. Verás gente dominguera que es la fina crema de la cursilería, reventando por parecer otra cosa. Verás también despreocupados que visten con seis modas de atraso. Verás hasta las patronas de huéspedes disfrazadas de personas, y las costureras queriendo pasar por señoritas. Todos se codean y se toleran todos, porque reina la igualdad.

Estas palabras aluden evidentemente á Doña Margarita, hija segunda de Felipe IV, que en su viaje á unirse con su esposo, el emperador Leopoldo I, hizo una visita á su hermana la reina de Francia: el drama es, por tanto, del año 1665 ó 1666.

Estoy cansada de los hombres; tal vez los odio. Yo he conocido a los más hermosos, a los más elegantes, a los más ilustres. He sido hasta reina; reina de la mano izquierda, como dicen los franceses, pero tan dueña de la situación, que a haber querido meterme en tales vulgaridades, hubiese cambiado ministerios y trastornado países.

Un paje de la reina se presentó poco después. Tío Manolillo dijo , os aconsejo que os escondáis por algún tiempo. Pues ¿qué pasa, hijo? contestó dominándose el bufón. Que habéis dado un susto á su majestad, y no ha acabado de almorzar; se ha dejado casi todo lo que tenía en el plato cuando entrásteis vos. ¿Pechugas de perdiz?... Eso es... ¡una perdiz que olía tan bien!... me la he comido, tío.

Cuando se halló, por fin, en la soledad del Scriptorium, tomó los pinceles con mano trémula y, sobre el estirado trozo de vitela, quiso reproducir una vez más las iluminaciones del misal del monasterio y del Libro de horas de la Reina de Francia; mas nada pudo lograr. Sus dibujos parecían los dibujos de un niño.

Pero objetó Julián yo he oído que aquí, cuando no reina Barbacana, reina otro cacique peor, que le llaman Trampeta, por los enredos y diabluras que arma a los pobres paisanos chupándoles el tuétano.... Con que por fas o por nefas.

Acto segundo. Enrique, en su gabinete, pensando inconsolable en Ana: rodéanlo sólo el Cardenal y el gracioso Pasquín, pero no consiguen desvanecer la profunda melancolía que lo embarga; preséntase la Reina con su séquito para tranquilizar á su amado esposo.

Muerto el rey, le sucedería al punto su primogénito, hijo de la reina de la mano derecha, príncipe muy apegado a los antiguos usos y muy receloso además.