United States or Czechia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Otras, ensanchándose el abra para producir los mas preciosos vallecitos, el rio murmura dulcemente sobre un lecho de guijarros de colores, entre hileras de álamos blancos y árboles frutales, regando risueñas praderitas y sementeras, en cuyo fondo se destacan sobre ondulantes planos inclinados las casas pintorescas de los campesinos.

Si hay bárbaros de bronce que ignoran la preciosa tarea del poeta que parte su alma en dos, dejadlos que devoren la paja de su prosa: no se hicieron para ellos los reinados de Dios. Yo seguiré regando mis dulces pasionarias, a tiempo que musite las místicas plegarias que son como incensarios de mi azul religión;

Así estuvo un rato con los brazos extendidos y la frente inclinada, sollozando y regando el suelo con sus lágrimas. Por fin el doctor le tomó la mano y le obligó a levantarse. Levanta, Amaury le dijo. No tienes la culpa, sino la Naturaleza que hace que el amor sea una atracción que da a unos la vida y un contacto que a otros les causa la muerte.

Ella a su vez recordaría... Y las lágrimas de Lidia continuaban una tras otra, regando como una tumba el abominable fin de su único sueño de felicidad. Durante diez días la vida prosiguió en común, aunque Nébel estaba casi todo el día afuera. Por tácito acuerdo, Lidia y él se encontraban muy pocas veces solos, y aunque de noche volvían a verse, pasaban aún entonces largo tiempo callados.

Diéronse entonces por perdidos los neófitos, y al santo varón le saltaba de júbilo el corazón en el pecho, esperando llegar finalmente al término de sus deseos, regando aquella tierra con su sangre, para que en los años siguientes correspondiese con abundante fruto á los trabajos y sudores de quien la cultivase y á la verdad por poco se le hubieran cumplido sus deseos, porque juntándose en lo más oscuro de la noche los más principales para tomar la última resolución, estuvieron gran rato dudosos de lo que harían: y sólo aquel milagro de habérseles pasmado los brazos cuando le quisieron flechar, obligó á todos al miedo de que no les sucediese lo mismo si intentasen matarle; mas no por eso aplacaron la ira del cielo, que había tomado á su cuenta la venganza de aquella injuria; y así encendió entre ellos una enfermedad pestilencial, que quitó la vida á los más culpados.

Mientras tanto, las cestas de Nelet y Visanteta se llenaban hasta los bordes, y en el rostro de los dos criados iba marcándose el gesto de mal humor. ¡Vaya una compra! El bolso de doña Manuela parecía un cántaro sin fondo que iba regando de pesetas todo el Mercado. Abandonaron las carnicerías para entrar en el mercado de la fruta, entre los dos pórticos.

Los que llegaron primero a los depósitos de trépang, al pisar con los pies desnudos sobre los vidrios, se echaron atrás, dando alaridos. Algunos, que cayeron entre los pedazos de botellas, que les cortaban las carnes, se retorcían desesperadamente, regando el terreno de sangre.

Sigilosamente, tiende el trabajo su escala al primer baluarte, y va subiendo peldaño a peldaño, regando el camino con el sudor de su frente, y llega y se reposa y mira todo aquel estruendo y aquel chocar de pasiones, que bulle en su derredor, como mar agitado por la tormenta; cobra nuevos alientos, y sube y sube, siempre peldaño a peldaño... a veces, flaquean las fuerzas, se detiene, vacila, cae... pero, agarrado a la escala, recobra pronto el equilibrio y vuelve a subir penosamente.

Amaba también las flores y las mujeres, muy especialmente a la mujer del prójimo. Era catador insaciable de la fruta del cercado ajeno. Su vida se deslizaba modesta y feliz, regando las gardenias de su jardincito de la calle de Ferraz y seduciendo a las esposas de los amigos.

Porque con su santo medio Nuestro bien está seguro, Que ella es nuestra fuerza y muro, Nuestra luz, nuestro remedio. SAAVEDRA haciendo oracion. Vuelve, Virgen santisima Maria, Tus ojos, que dan luz y gloria al cielo, A los tristes que lloran noche y dia, Regando con sus lagrimas el suelo.