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Como en un lugar de refugio y de olvido dejándose ver muy poco, no recibiendo a nadie, no se explicaba su conducta más que por causa de desesperación, puesto que se trataba de un hombre todavía joven, rico, en quien era razonable suponer, si no grandes pasiones, a lo menos vivos ardores de carácter muy diverso.

Alabando, pues, al cielo, que por lo pronto tan buen refugio le ofrecía, Morsamor se instaló con su gente en el abandonado edificio que se alzaba en el centro de la intrincada y vastísima selva. El edificio estaba casi al pie de muy altos montes. La ingente cordillera del Himalaya se erguía cerca de él, extendiéndose a un lado y a otro.

»Buscamos un refugio en Inglaterra; habiendo llegado sin recomendación alguna, no teníamos conocimiento en el país, y carecíamos de recursos; nuestros bienes confiscados nos privaban de toda esperanza; juzguen ustedes, pues, de mi situación, cuando nos pidieron el precio de nuestro alojamiento, que las pocas alhajas que me quedaban no bastaban para pagar... Ibamos a ser despedidos vergonzosamente; estábamos próximos a encontrarnos sin pan, sin asilo... cuando llegó para el conde de Pópoli un paquete de Londres y una letra, por la cual un antiguo deudor del duque de Arcos enviaba a la sobrina de éste diez mil libras esterlinas que le debía hacía mucho tiempo.

Todo ser viviente había buscado un refugio contra el furor de los elementos y no se oía sino el lúgubre dúo del mugir de las olas y del bramido del huracán. Las plantas de la dehesa doblaban sus ásperas cimas a la violencia del viento, que después de azotarlas, iba a perderse a lo lejos con sordas amenazas.

No ser nadie en presencia de su mujer, no encontrar allí aquel refugio a que periódicamente estaba acostumbrado, le ponía de malísimo talante.

Al navegar por las costas de Cuba tuvieron mal tiempo, y Colón se refugió con su carabela en un abrigo de la costa, mientras el otro, marinero más atrevido y confiado en su habilidad, seguía adelante.

Yo prometí á tu padre que al cumplir los veinte años saldrías de Belmonte, para ver algo del mundo y juzgar por mismo si preferías seguir en él ó volver á este sagrado refugio. Acerca ese escabel y toma asiento.

La torre era un torreón de guerra coronado todavía de almenas: su vieja campana había volteado en otro tiempo con la fiebre del rebato. Esta iglesia, en la que los payeses del cuartón entraban a la vida con el bautismo y salían de ella con la misa de difuntos, había sido durante siglos el refugio de sus pavores, la fortaleza de sus resistencias.

Este es un rincón agradable, un refugio dulce, que aún hace más grato la egoísta consideración de que á estas horas sufren toda clase de penalidades millones de hombres y mueren unos cuantos miles por día... Pero de todos modos, no es lo mismo que antes. Hasta el Mediterráneo resulta otro.

No... recógete el pelo con una redecilla, con una cinta... Así estás muy bien... estás mejor... con esa melena alborotada... Pareces una Herodías que hay en un cuadro de Palacio... Vamos, avíate... súbete esos pelos... Mira que es muy tarde... A ver, yo te ayudaré. Sentose Refugio, y la Bringas le arregló la abundante cabellera en un periquete.