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Me imagino que no recibiría con agrado la visita de cualquiera de esos caballeros escudriñadores de la Scotland Yard contestó el anciano, después de cierta vacilación. Recuerden ustedes que yo no hago ninguna acusación, absolutamente ninguna.

Ella siguió murmurando, sin darse cuenta de que repetía sus más ocultos pensamientos: Tal vez alguien escriba entonces en los periódicos unas líneas hablando de la llamada «Marquesa», y media docena de personas en todo el mundo me recuerden. Tal vez ni esto, y quedaré para siempre en el fondo del río. Pero ¿tendré valor?...

El talento de este autor no era original, ni vigoroso lo bastante para crearse una esfera de acción, en la cual, como en territorio suyo, reinase sin obstáculos; al contrario, se dejaba influir, ya de éste, ya del otro motivo, y de aquí que sus escritos recuerden siempre, y no en ventaja suya, modelos anteriores.

1158 Aprovecha la ocasión el hombre que es diligente; y, tenganló bien presente: si al compararla no yerro, la ocasión es como el fierro: se ha de machacar caliente. 1159 Muchas cosas pierde el hombre que a veces las vuelve a hallar; pero les debo enseñar, y es gúeno que lo recuerden: si la verguenza se pierde, jamás se vuelve a encontrar.

Recuerden que Blair me pagó lo justo, y aun más de lo estipulado; pero, como ustedes lo saben bien, era un hombre sumamente reservado en todo lo concerniente a sus asuntos, y me dejó sin saber nada. ¿Y no puede darnos más informes sobre este tuerto que parece que ha sido socio de Blair en la extraordinaria empresa misteriosa?

En la moderna literatura inglesa, menos quizás que en ninguna otra, espera encontrar el lector obras que por su carácter y forma le recuerden las narraciones históricas de tipos caballerescos, empresas aventuradas y altas hazañas, que han inmortalizado los nombres de escritores españoles, franceses é italianos.

Despreciadores de lo circunstancial y adjetivo, no parecen dolerse ni del comer modesto ni del sobrio vestir, pero en cambio, aspiran á lo más alto, á la admiración y rendimiento de los espíritus, á que todos les recuerden, á que así el académico, como el burgués modesto, como el obrero, sepan sus nombres de memoria.

Si tienen ustedes necesidad de un consejo, yo se lo daré como dilettante. No me consolaría nunca si ustedes me tuvieran por un espíritu cerrado á la razón y á la piedad. Pero la lucha que van á emprender, recuerden bien que se lo he dicho, es la del puchero de barro con el de hierro. He hablado á ustedes como amigo.

Se queda en «mis comparientes de Sevilla» o «los comparientes de Peleches». Bien: ¿y qué? Aguarde usted un poco... ¡canario, qué ricamente está hecho este café! Como obra de las manos de Catana, que no tienen igual para eso. También está rica la mantequilla... Esa es de primera aquí: recuerden lo que les dije de la leche. Pues a lo que íbamos.

; no es fácil que los de mi época, al retrotraerse con la memoria a los tiempos de la niñez, recuerden con cariño las escuelas y los maestros que nos amargaron los primeros años de la existencia.