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Su turbación crecía: el corazón le latía con sordo ruido. Se recostó en el altar. Es preciso declaró Nucha sin apartar de él sus ojos, más que vagos, extraviados ya que me ayude usted a salir de aquí. De esta casa. A.... A... salir... tartamudeó Julián, aturdido. Quiero marcharme. Llevarme a mi niña. Volverme junto a mi padre. Para conseguirlo hay que guardar secreto.

Zuzie, ¡sois vos, mi Zuzie! ¡Qué bien habéis hecho en venir! Sentaos aquí, junto a , muy cerca de . Y se recostó como un niño en los brazos de su hermana, acariciando con su cabeza ardiente los frescos hombros de Zuzie; después, de repente, se echó a llorar, con grandes sollozos que la sofocaban. Bettina, mi querida Bettina, ¿qué tenéis? Nada, nada... son los nervios... es la alegría.

Se tragó cuchillos en menoscabo de su digestión por muchos años venideros; descoyuntó todos los miembros de su cuerpo y se recostó en el aire, como descansando en el éter. Pero la suerte que coronó la función, y que hasta ahora no he visto repetida, fue la más sorprendente, fantástica y misteriosa.

Sin embargo, dijo con indiferencia: Como queráis; pero ante todo, voy a beber un trago de cerveza. Y después de haber llamado, se recostó en dos sillas y se puso a golpear la repisa de la ventana con el mango del látigo.

Finalmente, él se recostó pensativo y pesaroso, así de la falta que Sancho le hacía como de la inreparable desgracia de sus medias, a quien tomara los puntos, aunque fuera con seda de otra color, que es una de las mayores señales de miseria que un hidalgo puede dar en el discurso de su prolija estrecheza.

Parece que se efectuaba sobre la tosca muchacha el potente y fatal dominio que la inteligencia superior ejerce sobre la inferior. Triste y silenciosa recostó su cabeza sobre el hombro de Teodoro. Vamos allá dijo este súbitamente. La Nela tembló toda.

Ana recordaba perfectamente cómo se llamaba aquel «tipo de ministro», pero no quiso decirlo; sintió que palidecía, por un frío de muerte que le subió al rostro; dio media vuelta, y disimulando cuanto pudo, se recostó en un árbol. Fingió entretenerse en rayar la corteza del tronco, y mudando de conversación, preguntó a Visita por un niño que tenía enfermo.

Lope se presentó al obscurecer, disfrazado de andrajoso mendigo, á la puerta de su amada; una criada fiel salió de la casa para darle una limosna, y en el pan que le entregó estaba oculta una carta de Dorotea; después se recostó bajo de sus ventanas, y fingió dormir, dando tiempo para que ella bajase á la reja sin ser sentida y entablasen ambos amoroso diálogo.

Desabrochose el cuello almidonado, se quitó la corbata, que la estrangulaba, y se recostó, dando indicios de gran desmadejamiento, en la esquina.

Pero vi muy bien que todavía yo no le imponía. ¡Maravilloso, chica! dijo él, y nada más. En seguida me dio un golpecito paternal en el hombro y se recostó perezosamente en el césped. Los rayos de sol que pasaban a través de las ramas, relucían en su barba: me pareció un gigante en reposo, semejante a los que nos pintan las leyendas del Norte.