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Gama y Coello trataron de hacer creer a los de Melinda que España era la cabeza de Europa y Portugal la cumbre de la cabeza; que el rey portugués era el primero de los reyes y que el mismo nombre de Dios era su nombre; que con su innumerable caballería imponía respeto y subyugaba a las demás naciones; que sus naves, bien artilladas, recorrían el mar a centenares; y que las rentas y tributos, que le rendían sus vasallos y los pueblos vencidos, eran tan abundantes, que, después de pagados todos los gastos, dejaban cada luna un sobrante de doscientos mil cruzados lo menos.

Mientras tanto, frecuentes relámpagos recorrían la atmósfera y abrían en las nubes despedazadas deslumbrantes caminos y vastos pórticos de fuego.

Vaya, ciertísimo. ¿Y el padre es capaz de autorizar semejante casamiento? El padre tiene las agallas de un dorado... ¡Tres millones de duros valen la pena, qué diablos! Los comentarios que hacían a nuestro lado aquellos dos mozalbetes, recorrían sin duda los palcos y la cazuela.

Las ciudades de Nápoles y Milán, en donde habitaban muchos españoles, ofrecían ricas ganancias á las compañías de cómicos de esta nación; pero estas compañías no se encerraban sólo en las ciudades mencionadas, sino que recorrían todo el país.

Así y todo, del tiempo en que su madre venía todas las tardes y le atendía, existían allí muchas plantas de flores, grandes arbustos que con el tiempo y con aquel suelo feraz se iban trasformando en árboles frondosos. Mientras recorrían caminos arenosos, de los cuales el césped se iba apoderando por falta de limpieza, la condesa explicaba en voz alta cómo había llegado hasta allí.

Andarines terribles, cazadores del Monte Perdido y desenfrenados pescadores, recorrían en barquichuelos su caprichoso mar, el golfo ó sumidero de Gascuña, dedicándose á la pesca del atún. Notaron aquellos intrépidos navegantes que las ballenas retozaban, y comenzaron á perseguirlas, lo mismo que se encarnizan detrás de la gamuza en los barrancos, los abismos y los más espantosos resbaladeros.

Julî fué la causa de la paliza, que el buen cura administró á unos jóvenes que recorrían el barrio, dando serenata á las muchachas. Los maliciosos, al verla pasar seria y cabizbaja, decían de manera que ella oyese: ¡Si quisiese, Cabesang Tales sería indultado! La joven llegaba á su casa sombría y los ojos estraviados.

Al salir de una comida ó de una representación se embarcaban en el Támesis ó recorrían cincuenta leguas en ferrocarril para ir á cazar zorros y volvían frescos y contentos cuando habían roto algunos remos ó reventado algún caballo. Su padre les envidiaba, pero él estaba severamente sujeto por miss Harvey, que no lo dejaba hacer todo lo que quería.

Allí se han descubierto á millares las osamentas del hiparión, del uro, del alce, del rinoceronte, del mastodonte, del mamut y de otros grandes mamíferos que recorrían en lejanos tiempos nuestros campos, y hoy han desaparecido, dejando al hombre el imperio del mundo. Los torrentes que trajeron tales restos, se los llevan pedazo por pedazo, reduciéndolos á polvo.

En el castillo de proa algunos marineros empezaban los preparativos para levar el ancla. Oficiales y contramaestres recorrían la cubierta empujando a los vendedores haciéndoles cerrar a toda prisa sus fardos, cortando bruscamente la tenacidad de los últimos regateos. Deslizábanse los paquetes colgando de cuerdas desde las bordas a los botes que cabeceaban en torno de la escala.