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Que no os haga doña Catalina hacer una locura; yo que vos me escondía. Pues ved ahí, yo voy ahora más que nunca á darme á luz. Pero guiad, hermano, guiad. El bufón desandó lo andado, llegó frente á una puerta y dijo: Aquí es. Esperad, esperad y no habléis; reconozcamos antes el campo. En palacio es necesario andar con pies de plomo. Paréceme que hablan en la cámara. Pues escuchemos.

Reconozcamos que, afortunadamente, Madrid comienza ya a preocuparse de mejorar el suyo. Tengo un asunto urgente a ventilar con un amigo. Desde luego, el amigo se opone a que lo ventilemos hoy. ¿Le parece a usted que nos veamos mañana? Muy bien. ¿A qué hora? A cualquier hora. Después de almorzar, por ejemplo... Yo le hago observar a mi amigo que eso no constituye una hora.

Ha contribuído eficazmente á difundir por el mundo la importancia y la fama de nuestros grandes dramáticos, y lo que es más meritorio, ha influído en nosotros para que reconozcamos y apreciemos su mérito.

No obsta lo que va expuesto para que reconozcamos el notable talento poético del señor Muñoz y Pabón, la fresca lozanía, la luz y el colorido que pone en sus pinturas y la pasión entusiasta con que las anima. Acaso los inconvenientes que veo yo en el género no lo sean para niños o para lectores de mucha fe y de poca malicia.

En diez años, ¡cuatro presidentes que han terminado de mala manera ó han muerto en una cama que no era suya! Reconozcamos que es demasiada tragedia para tan corto tiempo. Esta sucesión de presidentes mejicanos recuerda á los reyes y héroes griegos de la dinastía de los Atreidas, que terminaban siempre de un modo fatal.

La igualdad que el Cristianismo y la Revolución coinciden en reconocer, está por bajo, o mejor dicho, está antes que toda doctrina religiosa o filosófica: es la igualdad radical y esencial de la naturaleza humana, con los derechos y deberes que de ella nacen y que en ella se fundan, con tal evidencia, que basta el sentido común para que la reconozcamos, si bien importa que la religión la consagre y que las leyes, revolucionarias o no, la sostengan y amparen contra la violencia y la injusticia.

Excelentísimos señores exclamó el señor Tesorero en altas voces, reconozcamos en ese vasallo el dedo del Señor: ya ha llegado el día del triunfo de Su Majestad Imperial, y ha llegado ya al mismo tiempo un vasallo; todo ha llegado. Opino que en vista de esta novedad deliberemos. En cuanto a lo de deliberar dijo entonces el señor notario, recuerdo al señor presidente que esto es una Junta.

La segura posesión de un bien ocasiona un cansancio que hace pronto mirarlo con poco aprecio, y ¿no sucede a veces, que para que vuelva a sernos caro, basta con la amenaza de perderlo? Con frecuencia es suficiente que alguien aprecie lo que nosotros tratamos con desdén, para que, cambiando de improviso de opinión, reconozcamos su valor.

Si á causa de la debilidad de nuestras luces, estamos precisados á valernos de las ajenas, no las recibamos tampoco con ignoble sumision, no abdiquemos el derecho de examinar las cosas por nosotros mismos, no consintamos que nuestro entusiasmo por ningun hombre llegue á tan alto punto, que sin advertirlo le reconozcamos como oráculo infalible.

Nada; no digamos semejante blasfemia, pero reconozcamos que hay sobrado desprecio por lo nacional é inclinación decidida y admiración exagerada hacia lo extranjero.