United States or Mongolia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Se acercó a la jaula «del tordo más filarmónico de la provincia, sin vanidad». El tordo estaba enhiesto sobre un travesaño, con los hombros encogidos; pero no dormía. Sus ojos se fijaron de un modo impertinente en los de su amo y no quiso reconocerle.

Tal es el sentimiento que experimentamos al contemplar alguna belleza tranquila y majestuosa del cielo y de la tierra, un planeta que brilla apaciblemente, un rosal en plena floración o bien la bóveda formada por los árboles encima de un sendero silencioso. Los ojos azules, muy abiertos, miraban los de Godfrey sin ninguna timidez ni signo de reconocerle.

Salieron por fin de allí y regresaron al centro por el mismo paseo. Estaba éste, como domingo, muy concurrido, pero aunque García iba bastante mal trajeado y contrastaba con la elegancia perfilada que ostentaba siempre su amigo, éste no se avergonzaba poco ni mucho de llevarle a su lado: una buena cualidad que hay que reconocerle. García la agradecía con todo el calor de su alma.

Apenas si los amigos pudieron reconocerle; tan desfigurado estaba. ¡Cristo! ¿Así se mata a los hombres?

Y el gigante, al reconocerle, volvió á su actitud tranquila. Fué para Flimnap una gran desgracia que los atletas de la servidumbre hubiesen abandonado la grúa monta-platos, pues se vió obligado á ascender por una de aquellas terribles rampas que le infundían pavor.

Y no sabemos cuánto tiempo hubiera esperado, si el mar, los vientos y los ingleses, no hubieran vencido á la Invencible; si por esto, doña Juana, que era del cuarto de la infanta doña Catalina, no hubiera ido á dar á su señora la nueva del fracaso, y no se hubiera encontrado sola en una galería obscura, con un hombre que tuvo buen cuidado de matar la luz antes de que pudiera reconocerle.

Si mis pecados necesitan sangre que los lave, más de dos azumbres de la que corre por mis venas he dejado yo en tierra de Francia; pero perdida en buena lucha y no friamente y gota á gota, como la derraman los penitentes sin más ni más. Pero ¿qué es eso, mocito? Estás más blanco que las famosas plumas del casco de Montclus, que nos servían para reconocerle y seguirle allá en Narbona. ¿Qué te pasa?

Su figura sobresalía del parapeto, destacándose sola y arrogante. Llevaba zamarra larga con cordonaje negro, faja morada y gorra pellejera. Pateta, según iba subiendo, le miraba con mayor tenacidad: de pronto, al reconocerle, soltó una palabrota y murmuró con ira: ¡El del fusilamiento! Y rápidamente el pensamiento le señaló su verdadero enemigo.

, señor, muchas veces; pero como se trataba de una enfermedad crónica, me iba arreglando con los antiguos remedios: el bicarbonato, la magnesia, la cuasia... Bien; deme usted la mano. El doctor Ibarra estuvo largo rato examinando el pulso del joven. Después, observó con atención sus ojos, bajando para ello el párpado. Quedose algunos momentos pensativo. Desearía reconocerle el pecho.

De vez en cuando se detenía, y apoyando un codo en una mano, se llevaba la otra a la frente, partida por una arruga vertical. Al oír que el joven le saludaba, dudó algunos instantes, como si sus ojos inflamados no pudiesen reconocerle. ¡Ah! ¿Es usted, señor de Maltrana? dijo con voz dulce . Que la Virgen le guarde. ¿Trabaja usted mucho?.. Maltrana le había conocido por sus hábitos de noctámbulo.