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-No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar: ven con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un para poco y un mentecato.

Si te envío recado, llevarás el maletín donde te mande, y hasta que recibas noticias mías, mucho cuidado con la casa, y cuando te escriba harás lo que te indique al pie de la letra. ¿Te has enterado? De todo, señor. Ya lo sabes. No te muevas de aquí hasta que recibas orden por escrito; puede que vuelva..., no lo , y puede que te mande cerrar la casa y venir donde yo esté. Comprendido, señor.

Que vale trescientos doblones. ¡Ah! ¡trescientos doblones! dijo Esperanza tomando con ansia la cadena. Ya conocerás que quien tanto te da debe amarte mucho. ¡Oh! ¡y qué buena suerte la mía, señor! No es la mía tan buena. ¿Por qué? yo... os quiero ya... os quiero bien. No lo dudo. Pero me parece que no me querrás tanto que me recibas esta noche.

Parece una diosa por el ritmo y la nobleza de su andar entonado y por el olor de ambrosia con que satura en torno el ambiente. ¿Le digo que aguarde? EUMORFO. ¡Venerando maestro! La galantería exige que recibas luego a esa dama. Yo aguardaré en otro cuarto. PROCLO. Bien está. PROCLO. ¡Deslumbrante aparición! ¿Quién eres? ¿Eres mortal o diosa? PROCLO. ¡Asclepigenia de mi corazón! ¡Cuán bella estás!

PER. Dos mil ducados te envía De socorro el rey Fernando. NARV. Dios guarde al Rey mi señor. Esta tarde hay paga. ALVAR. Vivas Mil años, y dél recibas Premio igual a tu valor. NARV. Ea, poned mesas luego; Todo os lo he de dar, ¡por Dios!, Y a ser diez mil, como dos. ESPIN. Peralta, mis pagas juego. PÁEZ. ¿Quién habrá que eso no haga? NARV. Llama aquesas cajas, Páez.

Por la noche, al reunirse en el comedor, doña Cristina miró á su hija con insistencia, pero sus palabras fueron breves. Que sea la última vez dijo que recibas visitas, ni dentro de casa... ni en el jardín. También es casualidad, venir ese... individuo, la misma tarde en que te quedas sola, diciendo que estás enferma.

Puedes estar tranquila; no me serviré de ella hasta que estés en seguridad. Permanece encerrada en tu casa. No recibas á nadie y menos á Sorege, y yo me encargo de desembarazarte de él. -Lea movió la cabeza dolorosamente. No le conoces. Me alcanzará á través de las paredes si permanezco aquí, y á través del espacio, si huyo. Es terrible y hiere siempre por donde menos se espera.

MARINO. Una dama, que, si bien envuelta en velo argentino, deja traslucir que está dotada de majestuosa hermosura; una dama, cuyo traje de seda y cuyas joyas riquísimas manifiestan lo elevado de su clase, acaba de bajar de una silla de manos y se halla en la antesala aguardando que la recibas.

Ahora lo comprendo: como Longino es tan bromista ha querido darnos una broma, porque supongo que no me tomará por Cristo ni pensará en darme la lanzada. Ni lanzada ni broma. Longino te mira con el mayor respeto porque eres el ídolo de su señor, y pretende con toda seriedad, que recibas a su señor en tu santuario.

He dado asueto á los criados. Juana debe venir en seguida y quiero que la recibas y le digas que me espere. Vamos á comer juntas. Bueno... En el momento se me ofreció imperiosamente la idea de apoderarme de la amiga de Lea. La hora era propicia; la casa estaba vacía; todo se arreglaba á medida de mi deseo.