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¡Cuitada de ! -replicó el ama-; ¿la oración de Santa Apolonia dice vuestra merced que rece?: eso fuera si mi amo lo hubiera de las muelas, pero no lo ha sino de los cascos. -Yo lo que digo, señora ama: váyase y no se ponga a disputar conmigo, pues sabe que soy bachiller por Salamanca, que no hay más que bachillear -respondió Carrasco.

Pero noté que Chisco, al concluir la primera parte de la oración, se detuvo en seco; lo cual quería decir que rezara yo lo restante. Por fortuna me cogía bastante pertrechado para salir airoso de compromisos como aquél, y recé lo que me pedía, aunque no tanto por su intención como por mis necesidades del momento.

Rece Vd., madre, esto es lo primero, y Dios la iluminará y borrará de su alma esa apatía; venga Vd. a misa, y a poco que despierten los buenos sentimientos, cesará Vd. de reír las bufonadas sacrílegas de mi hermano, y arderá Vd. en deseo de auxiliarme. ¿Lo promete Vd.? , hijo contestó azorada pero a Pepe no le cuentes nada de esto.

Recé un rato de rodillas acordándome de los padecimientos y de la muerte de mi buena madre, que ya gozaba de Dios en el Cielo; pero como mi cabeza no estaba buena, a causa de los vapores del maldito aguardiente, al levantarme me caí, y un sacristán empedernido me puso bonitamente en la calle.

Don Cándido se dirigió a su alcoba, abrió un vargueño, sacó de un cajón un bolsillo de seda verde con anillas de acero, tomó de su contenido aquella suma, y se la entregó al maestro con estas palabras: Toma: que rece cada uno un Padre-Nuestro, y marcháos a descansar. ¡No profanéis el día del Señor! A los cinco minutos el taller estaba desierto.

Continuamente parecíame que alguien me llamaba en la escalera... Y además, ¡una fiebre, una sed! Nadie hubiera sido capaz de hacer que yo bajara... ¡Me daba tanto miedo el difunto! Sin embargo, hacia el alba me animé un poco. Llevé a mi compañero a su cama, le eché la sábana encima, recé algunas oraciones y en seguida fui a hacer señales de alarma.

Perdone Su Ilustrísima el disgusto que le he causado, y olvídelo. Que la Virgen Santísima la proteja, hija mía. Rece una salve por , que bien la necesito respondió el prelado, dejándola pasar y mirándola con expresión de lástima hasta que traspasó la puerta. Salió aturdida, loca de vergüenza, con las manos trémulas y las mejillas encendidas.

Luego entonaba graciosa serenata, compuesta de lágrimas de cocodrilo y arrullos de paloma. Pero la marquesa no ponía atención y seguía rebuscando. «¿Qué será estopensó al tomar un paquetito atado con cinta de color de rosa. Desdobló el paquete y vio un collar de perlitas, con un papel que decía: «Para mi hija. Le suplico que sea buena y rece por ». La marquesa lloraba de nuevo.

284 Yo junté las osamentas, me hinqué y les recé un bendito, hice una cruz de un palito y pedí a mi Dios clemente me perdonara el delito de haber muerto tanta gente. 285 Dejamos amotonaos a los pobres que murieron; no si los recogieron, porque nos fuimos a un rancho, o si tal vez los caranchos ahi no más se los comieron.

236 Su casa es el pajonal, su guarida es el desierto; y si de hambre medio muerto le echa el lazo a algún mamón, lo persiguen como a plaito, porque es un gaucho ladrón. 237 Y si de un golpe por ahi lo dan güelta panza arriba, no hay un alma compasiva que le rece una oración; tal vez como cimarrón en una cueva lo tiran.