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Preguntele si la conocía, y me dijo que se le figuraba que era la misma que alguna que otra vez me traía recaditos. «Paca», dije para , y salí del comedor apresuradamente. En efecto, hallé en el patio a la cigarrera, quien avanzó precipitadamente a mi encuentro, con la fisonomía pálida y descompuesta, diciendo: ¡Señorito, se la yevan! ¿Se la llevan? ¿A quién? ¿A quién ha de ser? ¡A mi señorita!

Cada ceremonia de estas le cuesta a mi tía muchas jaquecas y muchos disgustos, porque no sabéis las recomendaciones que recibe... Para veinticuatro pobres, hay unas trescientas recomendaciones. Todos los días cartas y recaditos de la marquesa o la condesa. ¡Hija...!, parece que les van a dar un destino gordo.

La corista entonces, cumpliendo órdenes de don Juan, tan bien dispuestas como generosamente pagadas, empezó a enviar misivas a don Quintín. En vano rogó éste a la que consideraba su amante que no le mandase chicos con recaditos, ni mozos de cordel con cartas. Mariquita llegó a decirle: ¡Eres un mandria; anda, bayeta, si me quisieras de veras, no tendrías miedo a la estantigua de tu mujer!

Estas ideas, que fermentaron en el cerebro de aquella gran diplomática y ministra durante todo el mes de Marzo, determinaron los recaditos que mandó a Fortunata con Ballester, el encargo que hizo a Quevedo de asistirla cuando el caso llegara, no vacilando en decir al feo y hábil profesor de obstetricia que sus honorarios no serían perdidos.

La otra con su santidad es quien les lleva y trae los recaditos. Inés me dijo con dulce ironía: Celebro mucho que esté usted tan decidido a seguir la carrera eclesiástica. Hace usted bien, porque hoy no hacen falta militares, sino buenos clérigos. El mundo está tan pervertido, que no lo curarán las espadas sino las oraciones.

Es el señor de Salmón. ¡Adelante! Tras él aparecen, pidiendo fuego y aceite y aromáticas especias, los primeros lenguados, y traen afectuosos recaditos de las ostras, que no pueden venir mientras los meses carezcan de r; y también asoman algunos rodaballos y menudos pajeles. ¿Quién más llega? La señora anguila, que viene en embajada de parte del agua dulce... ¡Adelante! En la religión.

Obdulia no tenía ni asomos de arreglo; pronto se vio agobiada de deudas; cada lunes y cada martes enviaba recaditos a su madre con la portera, pidiéndole cuartos, que Doña Paca no podía darle.

Y en efecto, la querida de Salabert les había echado una mirada penetrante sospechando lo que hablaban, y arrugó el entrecejo: "¡Anda, anda! ¡A buena parte iban con recaditos! ¡Como la picasen un poco era capaz de agarrar por el moño a aquella pánfila y batirla contra la pared!" La Socorro era una rubia linfática, de tez nacarada y ojos claros, un poco romántica y un mucho susceptible.

Pero esa es una infamia; , una infamia... Desde el momento en que has comenzado en recaditos con ella debí comprender que lo que ella quería era un novio más; mejor dicho, un esclavo más de los que lleva sujetos con un cordelito... Pero, Gloria, ¿qué estás diciendo ahí?

Todo se realizó tal como lo dispuso doña Manuela, y ésta, a los pocos días, recordaba como un sueño la estancia de seis años en la tienda del Mercado, y se consideraba feliz pudiendo pasear en berlina por la Alameda y teniendo un lacayo a sus órdenes para enviar recaditos a las nuevas amigas, esposas de magistrados y militares, señoras a las cuales, por ser rica, trataba con aire protector.