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Estamos distantes de atribuirle propiedades reales contra estados diatésicos y herpéticos como algunos autores creen, pues este medicamento no parece que tiene una influencia constante sobre la nutricion. Pocos medicamentos ofrecen, como el agárico, síntomas accesorios insignificantes ó de valor dudoso, porque son pocos los que tienen una accion mas completamente limitada á la esfera nerviosa.

Yo, que me vi corrido y afrentado, y que ya me iban dando en la flor de lo rico, comencé a trazar de salirme de casa; y para no pagar comida, cama ni posada, que montaba algunos reales, y sacar mi hato libre, traté con un licenciado Brandalagas, natural de Hornillos, y con otros dos amigos suyos, que me viniesen una noche a prender.

-Dice verdad -dijo el comisario-: que él mesmo ha escrito su historia, que no hay más, y deja empeñado el libro en la cárcel en docientos reales. -Y le pienso quitar -dijo Ginés-, si quedara en docientos ducados. ¿Tan bueno es? -dijo don Quijote. -Es tan bueno -respondió Ginés- que mal año para Lazarillo de Tormes y para todos cuantos de aquel género se han escrito o escribieren.

Ellos levantaban bien; iban tres al mohíno pero quedaron mohínos los tres, porque yo, que sabía más que ellos, les di tal gatada que en espacio de tres horas me llevé más de mil trescientos reales. Di baratos y con mi «¡Loado sea Nuestro Señor!», me despedí, encargándoles que no recibiesen escándalo de verme jugar, que era entretenimiento y no otra cosa.

Cuando las cosas sucedian á los indios tan poco favorables para con el enemigo, llegó de Europa lo mas fatal: porque ahora debemos tratar de cartas, escritos y edictos. Diremos primeramente ¿qué contenian las cartas que vinieron de los reales de los enemigos?

Finalmente, después de muchas idas y venidas, empeños y zozobras, Mendoza fue nombrado oficial del alto cuerpo consultivo con doce mil reales de sueldo; aunque no era muy pingüe, tenía el empleo la ventaja de ser inamovible, y en la capital, y muy apropósito para trabar amistad con los próceres de la política y la administración, bajo cuya égida es como únicamente se puede hacer fortuna en España.

Desde el momento en que se acepta el servicio por parte de la familia de la dalaga, se abren dos listas, una que lleva el padre de aquella y otra el pretendiente, consignándose en ellas el importe de todo cuanta gasta en obsequios, sean de la clase que quieran. Los trabajos también tienen su tarifa, abonándose en cuenta dos reales por los servicios de noche, y uno los de día.

"Era hijo único: sus padres tenían ciento diez mil reales de renta: en las próximas elecciones a diputados a Cortes se presentaría candidato por Navalperal, donde tenía familia y hacienda, y saldría con poco que el Gobierno le ayudase: como el partido conservador estaba necesitado de jóvenes de valer, creía que en breve plazo podría ser subsecretario: y ¡quién sabe! acaso más tarde, en una combinación, podría obtener siquiera la cartera de Ultramar...."

Jugó al tresillo para no tener que hablar; hizo malas jugadas y hasta renuncios, por lo embargado que le traían sus melancólicas cavilaciones; apenas jugó una vez sin hacer puesta o recibir codillo, y perdió quinientos tantos, equivalentes a cincuenta reales. De mal humor se volvió a su casa antes que nadie se fuese. En balde procuró dormir. No pudo en toda la noche pegar los ojos.

Sólo entonces se le ocurrió esta diabólica idea: Aquí hay gato, es claro; a no me importa; pero si... es una hipótesis, si hubiera podido haber un medio... así... verosímil.... legal... de... de cobrar yo mis seis mil reales, al tío primero, y después otros seis mil al sobrino.... Disparate, absurdo; corriente; pero hubiera tenido gracia.