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Más claro, veo en ese refinamiento un coquetismo, una ridiculez, y creo que la ridiculez y la coquetería no son un homenaje tributado al público, ni á la actriz, ni á la mujer. El tenor se retiró haciendo cortesías exageradas, y ella quedó en la escena inclinada hácia el público, como la red que baja al fondo para rastrear algo. La actriz no se engañaba; el público aplaudió.

En el Museo las impresiones de aquella singular joven fueron muy distintas, y sus ideas, levantando el vuelo, llegaron a zonas mucho más altas que aquella por donde andaban al rastrear en los muestrarios llenos de chucherías.

Pardiez que, si yo no conociera a Dios por lo que me han enseñado mis padres y los sacerdotes y ancianos de mi lugar, le viniera a rastrear y conocer viendo la inmensa grandeza destos cielos, que me dicen que son muchos, o, a lo menos, que llegan a once, y por la grandeza deste sol que nos alumbra, que, con no parecer mayor que una rodela, es muchas veces mayor que toda la tierra, y más que, con ser tan grande, afirman que es tan ligero que camina en venticuatro horas más de trecientas mil leguas.

Era Rafael Valls un hombre de buen caudal, pero de durísimo juicio: quien por ganar el crédito de Rabino y oráculo entre todos, se había revestido de la Secta de los Estóicos Cínicos con apariencia de algunas virtudes morales, como templanza, moderación, equidad en los tratos y una insensibilidad tan afectada, que apenas dejaba rastrear lo interior.

-Verdad dices -dijo don Quijote-, y así, no adivino ni doy en lo que esto pueda ser; mas, espérate: veremos si en este librillo de memoria hay alguna cosa escrita por donde podamos rastrear y venir en conocimiento de lo que deseamos.

Ni hemos podido rastrear tampoco qué paradero tuvieron las arcas de madera en que yacían, y que algun autor supone de talla preciosa atendido el estado de la escultura en la época en que se labraron.

No nos ha sido posible rastrear el verdadero nombre de este obispo, pues entre los prelados toledanos tampoco hallamos ninguno con el nombre esencialmente arábigo de Kasím. Otro tanto podemos decir del obispo que trajo de Asia las dos célebres fuentes del palacio que vamos describiendo, á quien los historiadores árabes llaman Rabí. Véase la nota 3 de la pág. 173.

De los últimos hay varios que apenas han dejado escritos, por faltarles tiempo y aliciente para escribir, si bien por lo poco que dejaron es fácil rastrear y columbrar cuánto hubieran acertado al hacerlo, si con afán hubiesen dedicado a tales tareas las altas prendas de escritores que los adornaban.

Sólo diré algo en defensa de la alboronía, por haberse burlado de ella un agudo escritor, amigo mío, y por habernos suministrado la ciencia moderna un medio de justificarla, y aun de probar, o rastrear al menos, que la antigua cocina cordobesa fue una cocina aristocrática o casi regia, que ha venido degenerando.

En nuestro país hay mucho desabrimiento, muchísimo mal humor, y un disgusto enorme. Y no hay que rastrear demasiado, ni que sumirse en oscuras profundidades para desentrañar la causa. La causa es que donde no hay harina, todo es mohína. El mal, fundamento de todos los males, es entre nosotros la escasez de dinero, o para valernos de término más comprensivo, la penuria o la inopia.