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Calló un momento para mirar á un lado y á otro; y después, bajando la voz y empinándose sobre las puntas de los pies para estar más cerca del rostro de Celinda, dijo con la alegría de una comadre que puede chismorrear libremente: Sepa, lindura, que muchos van detrás de ella; pero ninguno es don Ricardo. Al pobre gringo le basta con quererla á usted, ramito de jazmín.

»Su hermana y yo estábamos sentados en un sofá, mientras que él se paseaba a lo largo de la sala, con muestras visibles de descontento. ¿A que no adivina me dijo la señora por qué está así Juan Manuel? Es porque me está viendo este ramito verde que tengo en las manos; ahora verá añadió tirándolo al suelo.

Todos cantaban y hablaban, comían dulces, bebían refrescos olorosos, bailaban con mucha elegancia y honestidad al compás de una música de violines, con los violinistas vestidos de seda azul, y su ramito de violeta en el ojal de la casaca.

¡Oh!... ¿Mi genio? exclamó la otra muy sorprendida. , su genio he dicho... Ya sabe usted que esas cosas no pueden ocultarse... Su paisana, madame Staël, lo dijo: donde hay genio, brilla. ¡Oh!... El marqués de Sabadell prosiguió Currita, dejando caer lentamente las palabras me enseñó aquel ramito de camelias que... le envió usted hace tiempo... ¡Es un quadretto delicioso!

»Ese final, en que queda Melchor, afirmado en la tranquera, con su simbólico ramito de fresco cedrón, viendo partir a sus amigos, que se llevan jirones de su psicología, es de una naturalidad tal, que recuerda a los grandes maestros del arte literario cuando con los más sencillos elementos realizan verdaderas creaciones.

La joven caminó lentamente por el sendero; recogió aquí y allá algunas flores, e hizo un ramito, que se puso en el seno. Después se sentó en el banco y se puso a concluir la gorra que Marta había comenzado. Mientras que sus manos manejaban rápidamente las agujas, su mirada vagaba delante de , meditabunda y olvidada de lo que hacía.

En la puerta, las vendedoras de flores entorpecían el paso de la gente, y alargaban sus manos con puñados de rosas y otras florecillas, gritando: «Un ramito de olor...». «Cuatro cuartos de rosas». Isidora compró rosas para acompañarse de su delicado aroma por todo el camino que pensaba recorrer. Al punto empezó a ver escaparates, solicitada de tanto objeto bonito, rico, suntuoso.

La orquesta, formada por dos guitarras y un acordeón, rompió con una habanera cadenciosa y sensual; las mujeres ocupaban los bancos, abanicándose complacidas; los hombres de pie, sobre uno de los costados descubiertos, las contemplaban «comentándolas», cuando avanzó Melchor y, parándose frente a la rubia que había tenido al lado en la mesa, se sacó un pequeño ramito del ojal y mientras los músicos suspendían la ejecución de la habanera, le dijo;

En un principio, no fue muy grande su extrañeza, puesto que los niños conocían su cariño para las flores, y mantenían siempre adornado su pupitre con anémonas, heliotropos y lupinos; pero al ser severamente interrogados, cada cual y todos a una manifestaron ignorar lo del ramito de marras.

TERNERA A LA MARENGOT. Se corta en trozos cuadrados una porción de carne magra de ternera. Se sazonan de sal y se rehogan en manteca o aceite. Se añade un ramito compuesto de hierbas finas, saladillo escaldado y cortado en lonjas y bastantes cebollitas fritas. Se pone la cacerola al horno o entre dos fuegos suaves, mezclándole salsa de tomate y un poco de pimienta de Cayena.