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Entre todas, y á modo de ramilletes gigantescos festoneados con las espléndidas frondas de aquella exuberante y rica vegetación tropical, circundan limitándola una gran porción de agua; mar interior que á semejanza del Mediterráneo en nuestra Europa, ha sido y será por largo tiempo el foco convergente de las más potentes energías del Archipiélago, de la industria y del comercio, y donde la mayor densidad de población acusa con su plétora de vida el bienestar que la riqueza proporciona.

Como ramilletes de fuego saltaban las aves, é intentaban volar ardiendo vivas. Se desplomó un trozo del muro hecho de barro y estacas, y por la negra brecha salió como una centella un monstruo espantable. Arrojaba humo por las narices, agitando su melena de chispas, batiendo desesperadamente su rabo como una escoba de fuego, que esparcía hedor de pelos quemados. Era el rocín.

Al cabo de un año don Luis, escogiendo con cautela las casas donde la llevaba, comenzó a presentarla en la titulada buena sociedad, con lo cual sus galas y tocados la preocuparon mucho más que antes la ropa de las santas imágenes: el gabinete lleno de primores y el lecho mullido le fueron más gratos que el frío dormitorio y la estrecha cama de colegiala; las flores que se ponía en el pelo cortadas por su mano en el jardincito de la casa, destronaron a los ramilletes de trapo de los altares; y para colmo de impiedad, la primer sinfonía de Mozart que oyó tocar sonó en sus oídos más grata que las letanías, salves y motetes.

Entre tanto, Amparo disfrutaba viendo la rabia de sus rivales en la Fábrica, la sonrisilla de Ana, las indirectas, los codazos, la atmósfera de curiosidad que se condensaba en torno de su persona, llegando a tanto su desvanecimiento, que se hacía a propia regalos misteriosos para que creyese la gente que procedían de Sobrado; se prendía en el pecho ramilletes de flores, y hasta llegó a adquirir una sortija de plata con un corazón de esmalte azul, por el retegustazo de que pensasen ser fineza de Baltasar.

Al cabo se averigua la causa verdadera de sus visitas al jardín; desaparecen los obstáculos que se oponían al enlace de ambos amantes, que estrechan felices sus manos, mientras se cantan estos versos: No son todos ruiseñores Los que cantan entre las flores. De igual índole es la fábula de Los ramilletes de Madrid.

Fué a Pluviosilla a traer muchas cosas para la Semana Santa: cera, ornamentos, y una urna lindísima que será estrenada el jueves. Vamos a tener unos días de mucho trabajo. Figúrate que aquí no se cuenta con nadie para eso de arreglar el altar, y yo tengo que hacerlo todo. He preparado cosas muy bonitas: cortinas, ramilletes, moños, y otras mil chucherías, todo nuevo.

Andrés dice que nada le debes, y nada quiso recibir. Dios lo ayudará siempre porque es muy bueno y muy agradecido. Del dinero he tomado para los avíos de los ramilletes de la Virgen. pondrás el dinero que se necesite y yo el trabajo, porque la promesa la hice por los dos, por y por . Angelina no ha escrito.

Alumbrados por los rayos del sol, que producían en aquellas soberbias tintas reflejos brillantísimos, no parecían aves, sino ramilletes de flores salpicados de pedrería. ¡Qué soberbios volátiles! exclamó Cornelio . Nada he visto en mi vida más hermoso, ni creo que lo haya en toda la redondez de la Tierra. Es verdad, señor dijo Van-Horn . No hay aves que superen a éstas en hermosura.

Venía de un baile; traía en los vestidos como un olor de lujo, de los ramilletes de las mujeres y del placer, y en su semblante, un poco plegado por la vigilia, llevaba resplandores de fiesta y cierta palidez, cierta emoción que le prestaba una elegancia infinitamente seductora.

Y riendo como un chicuelo travieso, le arrojaba a la cara los ramilletes. Pero ¡Isidro, hijo mío protestó Feli , que vas a despertar al señor Vicente!... Que se fastidie ese sacristán; que reviente el rapavelas. ¡Abajo el obscurantismo! ¡Viva el arte y la juventud!