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Harto se me alcanzaba que entre la gallega y la mujer de Cataluña, y entre la manchega y la vizcaína habían de mediar radicales diferencias; pero esto de que cada provincia, fuese la que fuese, había de tener un tipo especial, se me hacía difícil de creer.

Así, todo el mundo á bordo tuvo de qué hablar con interes, y los flemáticos Ingleses se dieron á sus cavilaciones sobre torys, whigs y radicales, con la calma que le es característica. Entre tanto un variadísimo cuadro de costumbres, perfectamente cosmopolita, se desarrollaba en los escotillones, los salones y el extenso puente del Paraná.

En la historia del género humano suele presentarse cuando menos se espera uno de esos fenómenos humildísimos que determinan por la fuerza portentosa y oculta que consigo traen cambios radicales, trastornos inmensos en la esfera científica y más tarde en la vida de los pueblos. Un día Newton, sentado a la sombra de un pomar, ve caer una manzana. La caída de aquella manzana le sugiere una idea.

El cambio de ministerio le sorprendió cuando aún no la había terminado: no si entraron los radicales, o los conservadores, o los constitucionales; pero entraron algunos nuevos. Juan no lo supo sino tarde y con daño.

Escribía en El Universal furibundos artículos, y contento con su poquito de gloria, iba pasando la vida, pobre, aunque bien quisto. Cautivaba á todos por la amabilidad de su carácter y lo generoso de sus sentimientos. En política profesaba opiniones muy radicales, y pertenecía á la fracción llamada entonces exaltada.

Era necesario barrer para adentro, conciliar todas las voluntades, ahuyentar todos los escrúpulos, ahondar en cualquier rincón en que pudiera encontrarse un ochavo, escarbar en todo muladar en que pudiera hallarse un pelotón de hilas sucias, agotar todos los recursos de fiestas, bailes, toros, beneficios, francachelas y festivales, con que la caridad moderna ha encontrado el secreto de enjugar las lágrimas, al mismo tiempo que ensancha los corazones, refocila los estómagos y estira las piernas... ¡Socorrer a los heridos del Norte!... ¡Qué anzuelo tan a propósito para pescar desde las carlistas más recalcitrantes hasta las liberales más radicales!... Por eso había pensado él, para dar aquel barrido general y definitivo, en un gran baile, una fiesta sonada y famosísima, de ancha base, que debía dar la mona Jenny, Curra, convidando a todo el Madrid explotable, desde la presidenta consorte del comité carlista, hasta la ministra cesante, esposa dignísima del excelentísimo señor don Juan Antonio Martínez... Y allí, al calorcillo del champagne, que ablanda los corazones compasivos, bajo la influencia de las vanidades estimuladas que excitan el deseo de figurar, tender la red de la caridad, echar el anzuelo de los infelices heridos del Norte y pescar de una sola redada entre las mallas de la asociación de señoras a todo el Madrid femenino capaz de soltar la mosca... Celebraríase luego una junta general preparatoria en casa de Butrón mismo, presidida por Genoveva, y en ella había de presentarse y aprobarse por sorpresa la candidatura de una junta directiva, preparada ya antes, en que entrasen todos los elementos tan hábilmente combinados; que el partido restaurador tuviese mayoría y pudiera Butrón, entre bastidores, manejar a la Junta y a la Asociación entera con la misma facilidad con que se maneja el manubrio de un organillo.

Pág. 115. La confusion de ideas acarrea grandes perjuicios á las ciencias: pero el aislamiento de los objetos es causa tambien de mucha gravedad. Uno de los vicios radicales de la escuela enciclopédica fué el considerar al hombre aislado, y prescindir de las relaciones que le ligan con otros seres.

Por último al comenzar la décimoctava centuria, todos los estilos buenos y malos, los buenos en obras de poca importancia, los malos en construcciones muy capitales y de gran coste, habian dejado en él su huella, ya en las cuatro bandas de capillas que ceñian por dentro su perímetro, ya en las edificaciones que interceptaban sus largas naves, ya en el misérrimo embovedado de estas, ya en su atrio y pórticos adyacentes, ya finalmente en sus fachadas esteriores, torre, puertas y postigos; y á pesar de tantas y tan radicales mutilaciones y transformaciones, todavía conservaba indeleble la gran fábrica sarracena el sello del arte religioso islamita.

Luego hizo de memoria diferentes cálculos y operaciones, que aun para los más peritos no son coser y cantar. Uno de aquellos maestrazos, queriendo apurarle, le echó el cálculo de radicales numéricos, y como si le hubieran echado almendras. Lo mismo era para él la raíz enésima que para otros dar un par de brincos.

El grito de desesperacion y agonía lanzado por la muchedumbre extenuada, corrompida ó culpable, despertó á los ricos ó afortunados de Inglaterra en 1847, y ese pueblo, que en todas sus manifestaciones es grande y fuerte, pero siempre fiel á las tradiciones y antipático á las reformas radicales, levantó donde quiera templos magníficos á la beneficencia bajo todas las formas anodinas, derramando el oro á montones para conservar su opulencia misma.