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Feliz con sentir el traje de Amparo rozando con sus piernas, echándole de vez en cuando miradas intensas de apasionado deseo, acudiendo a servirla con solicitud de esclavo medroso, se apretaba a veces más de la cuenta contra su ídolo, acometido de rabiosa pasión. Cuando esto sucedía, el ídolo le arrimaba por debajo de la mesa crueles taconazos y pellizcos que le volvían a la razón.

Terrible y triste agonia! Madre, por ventura habria Quién nos diese pan por esto? Pan, hijo, ni aun otra cosa Que semeje de comer! Pues tengo de perecer De dura hambre rabiosa? Con poco pan que me deis, Madre, no os pediré mas. Hijo, qué penas me das! Pues qué, madre, no quereis? quiero; mas qué haré Que no donde buscallo?

D. Fernando el Católico nació en Sos á 10 de marzo de 1452 y no se bautizó hasta el año siguiente en la metropolitana del Salvador de Zaragoza, cuyo bautismo se celebró con tanta solemnidad como si fuera primogenito; succeso en el que, segun dice Abarca , tuvo la rabiosa melancolía del príncipe D. Carlos, hijo tambien de D. Juan 2.º, fecunda y viva materia para hartarse de tristezas.

En seguida, aludiendo a las pretensiones amorosas del mancebo, acabó por decir, con la mano en alto y la voz estremecida y solemne: ¡Antes morir, hija mía, antes morir que mancillar nuestra clarísima sangre con sangre de moros! Afuera, en la ciudad, torvo sosiego de siesta castellana. La luz del mediodía arde rabiosa en los pétreos paredones, caldea los hierros, requema el musgo de los tejados.

Seguramente, ésta no es del tipo resignado... En su humor agresivo y autoritario, adivinaba yo una rabiosa recalcitrante. ¿Pero cómo cerciorarme? Sin adivinar el precipicio que se abría ante mis pasos, me lancé inocentemente en la pelea preguntando a la Bonnetable si estaba satisfecha de haber permanecido soltera. ¡Dios mío, qué éxito!...

Las fotografías representaban siempre los mismos personajes: las heroínas de Wagner. Leonora, adoradora rabiosa del genio alemán, hablando de él con intima confianza, como si le hubiera conocido, no quería cantar otras óperas que las suyas, y con el afán de abarcar la obra del maestro, no vacilaba en comprometer su prestigio de artista fuerte y vigorosa, interpretando los personajes delicados.

Ya el cuerpo de la sarracena le dejaba en el sentido un olor imaginario de untura brujeril y de husmo. Con qué goce tan grande comenzó a experimentar los primeros impulsos de desapego. Rabiosa fruición de tortura se mezclaba ahora a todas sus caricias.

Pero vamos a ver, nena: ¿No me guardas rencor por haberte abandonado, dejándote en la miseria, con tus vísperas de chiquillo y en poder de Juárez el Negro? Ningún rencor te guardo: Entonces estaba rabiosa. La rabia y la miseria me llevaron con Juárez el Negro. ¿Creerás lo que te voy a decir? Pues me fui con él por lo mucho que le aborrecía.

Llegado al Paraguay se determina De ir el rio arriba descubriendo, Y sin hallar noticia de oro ó mina, Con barcos y navíos fué subiendo. Trecientas y mas leguas pues camina, Hasta saber de plata: pero viendo Que la rabiosa muerte andaba suelta, Por no perder su gente dió la vuelta.

¡Bonita idea la de quererme casar con esta soltera rabiosa! ¿Creería que por ochenta mil francos de renta iba á arriesgar la dicha de toda mi vida? Pardiez, no necesito su dinero ...¡Que lo guarde ella, puesto que el matrimonio es la condición sine qua non de la herencia!