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Evaristo se halla en una conversacion, y no hace otra cosa que ponderar la desigualdad del tiempo, las niñerías de sus hijos y sus gracias: y despues, por hacer demostracion de su saber, se pone á hablar de los vestidos de los Macedonios, del orden de batalla de las Amazonas; y si se le ocurre, no omite tal qual lugar de Quinto Curcio.

Su amor había adquirido la majestuosa importancia del hecho consumado, y fué á refugiarse de cinco á siete en un quinto piso de la rue de la Pompe, donde tenía Julio su estudio de pintor.

Es el caso que doña Nicolasa tuvo allá por el quinto mes un sueño extraordinario, en el cual vió que el fruto de su vientre, ya crecido y entrado en años, era arrebatado al cielo en un carro de fuego; más tarde la buena señora daba en soñar todas las noches que su hijo era consejero del Despacho, padre provincial, venticuatro, racionero, deán y hasta obispo, rey, emperador ó, cuando menos, papa ó archipapa.

Más de la mitad de su vida la pasó sirviendo al Emperador Carlos Quinto y al actual monarca Don Felipe Segundo, en los galeones y galeazas armados a la ligera para tomar represalias sobre los pueblos desprevenidos o caer de improviso sobre algún cargamento del turco. Conocía las islas del Levante y los menores recovecos de los golfos.

Tratado Quinto Cómo Lázaro se asentó con un buldero, y de las cosas que con él pasó En el quinto por mi ventura di, que fue un buldero, el más desenvuelto y desvengonzado y el mayor echador dellas que jamás yo vi ni ver espero ni pienso que nadie vio; porque tenía y buscaba modos y maneras y muy sotiles invenciones.

35 Los hijos de Helem su hermano: Zofa, Imna, Selles, y Amal. 36 Los hijos de Zofa: Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra, 37 Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beera. 38 Los hijos de Jeter: Jefone, Pispa, y Ara. 39 Y los hijos de Ula; Ara, y Haniel, y Rezia. 1 Benjamín engendró a Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ara el tercero, 2 Noha el cuarto, y Rafa el quinto.

13 Y si lo hubieren de redimir, añadirán su quinto sobre tu estimación. 14 Y cuando alguno santificare su casa en santificación al SE

Reverendísimo padre, me vuelvo a Europa. ¿Alguno de vuestros compañeros va acaso en misión hacia Shang-Hai? El venerable superior se caló los lentes, y hojeando un ámplio registro en letra china, murmuró así: Quinto día de la décima luna. , el padre Anacleto va a Tien-Tsin, a hacer una novena. Duodécima luna, el padre Sánchez para Tien-Tsin también, a explicar el catecismo a los huérfanos.

En estas razones y pláticas se les pasó todo aquel día, y aun otros cuatro, sin sucederles cosa que estorbase su camino; y al quinto día, a la entrada de un lugar, hallaron a la puerta de un mesón mucha gente, que, por ser fiesta, se estaba allí solazando.

¿Qué sabes de esos dolores, tonto? dijo poniéndole una mano en la boca. ¿Has parido alguna vez? Luego cuatro días solamente en la cama prosiguió el joven separando dulcemente aquella mano y besándola al mismo tiempo, y al quinto bajar al salón. Pues ya estás viendo que no me ha pasado nada. ¡Oh, si no llego a bajar ayer, de fijo Quiñones me manda al médico!