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Con el cuarto rumbo se llegó á la laguna llamada de las Averias: tendrá una milla de largo de NNE á SSO. Con el quinto rumbo descabezamos dicha laguna por su extremo austral, habiéndola costeado por el O con el anterior. El sexto rumbo sirvió para costear la barranca septentrional del bañado, que se prolonga desde la Mar Chiquita, cuya bañados ocupan todo este rumbo, quedando ella muy cerca.

1 Y aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, en el año cuarto, en el quinto mes, que Hananías, hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la Casa del SE

Bettina no se engañó ni un segundo. Juan le presentó a Pablo de Lavardens, y éste acababa apenas el pequeño cumplimiento de estilo, cuando ya Bettina inclinándose hacia Zuzie, le decía al oído: ¡El trigésimo quinto!

Y diré, para terminar, que si el lector visita la galería de retratos de Burlesdón, verá entre los cincuenta pertenecientes a los últimos cien años, cinco o seis, el del quinto Conde inclusive, que se distinguen por la nariz larga, recta y aguzada y el abundante cabello de color rojo obscuro.

CIPION, JUGURTA, QUINTO FABIO, y GAYO MARIO, y algunos soldados Romanos.

Ramiro recordó con misteriosa inspiración que aquellos muros habían alojado a uno de los reyes más gloriosos de la historia, a un monarca de monarcas que acabó por arrojar el cetro y la corona para refugiarse en escondido monasterio; y, al pronto, el fantasma del Emperador Carlos Quinto apareció ante sus ojos con el rostro medio oculto por la capilla de un hábito.

-Tan estrema es -respondió Sancho- que si fueran para mi misma persona, no los hubiera menester más. Y luego, habilitado con aquella licencia, hizo mutatio caparum y puso su jumento a las mil lindezas, dejándole mejorado en tercio y quinto.

La historia ha conservado también la memoria de la derrota que allí sufrieron los celtíberos, mandados por Budar, siendo Pretor Quinto Minucio Termo.

La plaza se vino abajo... ¡Era cosa de comérselo!... En el quinto toro puso otras al relance, cuando menos se pensaba, que dejó pasmado a todo el mundo... Sobre el mismo morrillo las dos... ¡Ni pintadas, chico!... La plaza se vino abajo... ¿Pero no estaba en el suelo ya? ¿Cómo? , hombre, acabas de decirme que se vino abajo en el primer par. ¡Bueno, bueno!... siempre de guasita.

Estaba el pobre chico encendiendo el quinqué de su cuarto, cuando la señora apareció en la puerta, gritando con toda la fuerza de sus pulmones: «Zascandil». No se inmutó Maximiliano ni aun cuando doña Lupe, repitiendo su apóstrofe, llegó al cuarto o al quinto zascandil.