United States or Denmark ? Vote for the TOP Country of the Week !


La primera figura que se ofreció a los ojos de don Quijote fue la de la misma Muerte, con rostro humano; junto a ella venía un ángel con unas grandes y pintadas alas; al un lado estaba un emperador con una corona, al parecer de oro, en la cabeza; a los pies de la Muerte estaba el dios que llaman Cupido, sin venda en los ojos, pero con su arco, carcaj y saetas.

Pero uno pensaba don Quijote y otro el de los Espejos, puesto que por entonces no era otro su pensamiento sino buscar donde bizmarse, como se ha dicho.

Tentólos don Quijote, y cayó luego en la cuenta de lo que podía ser, y díjole a Sancho: -No tienes de qué tener miedo, porque estos pies y piernas que tientas y no vees, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados; que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy a entender que debo de estar cerca de Barcelona.

Oyendo lo cual la duquesa, dijo: -Deste suceso se puede inferir que, pues el gran don Quijote dice que vio allí a la mesma labradora que Sancho vio a la salida del Toboso, sin duda es Dulcinea, y que andan por aquí los encantadores muy listos y demasiadamente curiosos.

-Calla, Sancho amigo -dijo don Quijote-, que, pues esta señora dueña de tan lueñes tierras viene a buscarme, no debe ser de aquellas que el boticario tenía en su número, cuanto más que ésta es condesa, y cuando las condesas sirven de dueñas, será sirviendo a reinas y a emperatrices, que en sus casas son señorísimas que se sirven de otras dueñas.

Sólo el ventero porfiaba que se habían de castigar las insolencias de aquel loco, que a cada paso le alborotaba la venta. Finalmente, el rumor se apaciguó por entonces, la albarda se quedó por jaez hasta el día del juicio, y la bacía por yelmo y la venta por castillo en la imaginación de don Quijote.

Don Quijote dice que la murmuración en voz baja tiene un alcance mucho más prodigioso que la bocina de Rolando, que se oía desde Roncesvalles hasta Zaragoza. Don Quijote rechaza la murmuración, sin duda por ser el único Caballero perfecto que ha existido en la tierra y no merecer su conducta el menor reproche.

Don Quijote le dijo: -Déjalos estar, amigo, que esta afrenta es pena de mi pecado, y justo castigo del cielo es que a un caballero andante vencido le coman adivas, y le piquen avispas y le hollen puercos. -También debe de ser castigo del cielo -respondió Sancho- que a los escuderos de los caballeros vencidos los puncen moscas, los coman piojos y les embista la hambre.

-Más has dicho, Sancho, de lo que sabes -dijo don Quijote-; que hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas que, después de sabidas y averiguadas, no importan un ardite al entendimiento ni a la memoria.

R. Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid, II, 858: "Hijos, yo soy la mujer Del mundo más desdichada. Vuestra madre solía ser, Ya soy madrastra culpada..." Lope, Embustes Celauro, B. A. E., XXIV, 103 a: "¡Triste! ¡Qué habemos de hacer Muerta aquella que solía Ser alma por quien vivía..." Idem, íd., 107 a: "¿Cuántas muelas solía vuestra merced tener en esta parte?" Quijote, 1.^a, XVIII.