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El principal y casi exclusivo objeto de mis notas ha sido purgarle de los infinitos errores introducidos en su texto por un bárbaro copiante, sobre todo en los nombres geográficos y de personajes, particularmente indígenas, y en las frases redactadas en quíchua; pero dudo muy mucho haberlo alcanzado, así como me temo no haber suplido algunas veces lo necesario para restaurar ciertos pasajes faltos ó cuya lectura han hecho por extremo difíciles los yerros del amanuense.

Me acompañaban en esta expedicion, mandados por el gobierno, un religioso encargado de convertir á la fe cristiana á los salvages que encontrásemos, y el señor Tudela, que debia seguir mis instrucciones para abrir el camino proyectado, y entenderse en quichua con los indios conductores de víveres.

Supone que la civilizacion de Tiahuanaco vino del Norte, como la Quichúa, considerando de un mismo orígen á ambas, aunque desarrolladas separadamente desde muy remota antigüedad.

Atraida sin duda por la abundancia de minas de oro, y de pastos para la cria de las llamas y de las alpacas, la nacion quichua habia fundado desde tiempos muy atrasados los pueblos de Suches y de Puyo-cucho . Estos indígenas permanecieron bajo la dominacion de los Incas hasta la llegada de los Españoles, dependiendo sus poblaciones de la provincia de Guancané ó de la de Carabaya .

Comienzan estos autores el capítulo de los meses peruanos con las siguientes palabras: "Seguimos la etimología derivada de la lengua quíchua; mas, como hay otra cuyo orígen es ménos claro, no siendo quíchua pero ni perteneciente á otra lengua vecina, hemos creido conveniente citar al fin de cada mes estos nombres particulares."

Pelechuco, cuyo nombre es una corrupcion de puyo-cucho, que en lengua quichua significa rincon de niebla, está situada á siete leguas de Suches, sobre la vertiente este de la cordillera oriental. Esta es entre las parroquias de la provincia la que se encuentra mas elevada sobre el nivel de los mares.

Esta poblacion se compone solamente de indios itonamas, cuyo lenguage gutural se asemeja por la dureza de sus sonidos á los idiomas quichua y aymará, siendo en todo lo demás enteramente distinto. La estatura los Itonamas es bastante elevada, y aunque tienen las piernas muy delgadas, no por eso dejan de ser los hombres mas activos de la provincia.

Por lo demás, en la mayor parte de ellos no hay de extraño á la lengua quíchua más que la terminacion quis ó quiz; sus raíces se descubren en algunos fácilmente y pueden encontrarse, teniendo la práctica que yo no tengo, en los vocabularios de aquel idioma.

El primero, nos ha dado una buena série de observaciones sobre Tiahuanaco, pero disponiendo de reducidos elementos de consulta, ignorando los otros grandes vestigios de viejas sociedades de los valles centrales ó de la costa del Perú y los esparcidos en la República Argentina, con la única base de sus observaciones en la meseta del Lago Titicaca, se concretó á la descripcion de lo que había esplorado, considerando á esas ruinas como vestigios del arte aimará, anteriores á la dominacion incásica, dinastía que empieza, segun D'Orbigny, con la fundacion del Cuzco por Manco-Capac, salido del Titicaca en el siglo XI. Incurrió con esto, siguiendo á Garcilaso, en la creencia errónea de la modernidad de la dinastía, sin detenerse á pensar que es imposible que naciones como la Quichúa y la Aimará, que profesaban el culto de la tradicion, olvidaran tan pronto el esplendor de una civilizacion como la del Titicaca y sus inmediaciones, que debía todavía existir en la época de la aparicion de Manco-Capac, porque un legislador como éste no brota del desierto, ni que tal civilizacion se destruyera tan rápidamente que sus vestigios fueran considerados como antiguallas de tiempo desconocido por los mismos indígenas, al llegar los Españoles.

Esta planilla nos demuestra que la poblacion, enteramente indígena á escepcion del alcalde y del cura de cada distrito, asciende á diez mil seiscientos sesenta y cuatro habitantes, de cuyo número, dos mil setecientos ochenta y siete pertenecen á la nacion quichua, tres mil setecientos diez y seis á la nacion apolista, y cuatro mil ciento sesenta y uno á la nacion tacana.