United States or Hong Kong ? Vote for the TOP Country of the Week !
Es mocha... mocha... murmuraba el ciego volviendo su rostro hacia el suelo. No es tanto observó la otra, queriendo engañar su pena con ideas optimistas . ¿Quién no tiene un duro? Un duro, amigo Almudena, lo tiene cualquiera... Con que ¿puedes buscármelo tú, sí o no?».
Su finura resultole afectada, como de personas ordinarias que se empeñan en no parecerlo. Las visitas le daban cumplida enhorabuena por su boda. En los ojos se les leía este pensamiento: «¡Vaya una ganga la de usted!». La señora de D. Basilio repitió la visita el segundo día. Iba vestida de pingajos de seda mal arreglados, queriendo aparentar.
Y así fuí en compañía del dicho conde de Palma en su coche. Y estando en su casa, y queriendo darme satisfacciones el conde de Teba, dije yo que no era menester. Y aguardando ocasión que estuviese descuidado, herí al conde de Teba, porque llevaba esa intención, y por eso no había querido satisfacciones, etc............ Y son testigos de esta declaración el P. Fr.
Si se pasa el mar ansí, La enfermedad, el cordel, En esta ausencia cruel De mi Jarifa querida Pasa hasta el fin de mi vida, Pues está el remedio en él. Y vos, hermosa señora, Acordaos que aquí los dos Vivimos, queriendo Dios, Con más regalo que agora.
Ana corría, corría sin poder avanzar cuanto anhelaba, buscando el agujero angosto, queriendo antes destrozar en él sus carnes que sufrir el olor y el contacto de las asquerosas carátulas; pero al llegar a la salida, unos la pedían besos, otros oro, y ella ocultaba el rostro y repartía monedas de plata y cobre, mientras oía cantar responsos a carcajadas y le salpicaba el rostro el agua sucia de los hisopos que bebían en los charcos.
No debía decírselo, pero se lo digo... Si yo pudiese amar á un hombre, ese hombre sería usted. Olvidó instantáneamente Ferragut todo su enfado para escucharla y envolverla en la luz admirativa de sus ojos. Freya volvió la cabeza al hablar, no queriendo verle, como si le pesase lo que estaba diciendo, y sus miradas vagaron por el amplio paisaje. El origen de Ulises era lo que le interesaba más.
Pensaba la infeliz que, devorando sus quejidos y tapando con sonrisas forzadas la expresión de sus tristezas, y con drogas y menjurjes el color de la agonía y las arrugas de los años y de las zarpadas de la enfermedad, ni ésta avanzaba ni las gentes la velan; sin caer, o mejor dicho, no queriendo caer en la cuenta de que aquellos esfuerzos del ánimo, con aquel vivir sin sosiego, eran a sus males lo que el combustible a la hoguera: cebo que los alimentaba y los embravecía.
Si había que ir en busca de un comestible olvidado el día antes, era ella la que se encargaba de la expedición, queriendo evitarle todo contacto con la vida exterior. Las tardes eran tardes de harén, pasadas sobre el diván ó tendidos en el suelo. Ella entonaba á media voz cantos orientales incomprensibles y misteriosos.
Como tenía un alma tierna y modesta, fue bastante buena para culparse a sí misma, por la insuficiencia de sus méritos, y queriendo evitar a su hija un destino semejante al suyo, puso todo su empeño en hacer de ella una persona eminentemente distinguida, y tan capaz como puede serlo una mujer, de mantener el amor en el matrimonio.
Spadoni, ofendido, cerró los ojos, queriendo aislarse y no escuchar estas cosas sin importancia para él. Si el sabio hablaba todas las noches, él perdonaría la hospitalidad del príncipe, yendo en busca de otros amigos. De pronto, una palabra le sacó de su altivo aislamiento, haciéndole abrir los ojos.
Palabra del Dia