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Quedáronse pasmados todos los jueces con el profundo y sagaz tino de Zadig, y llegó la noticia al rey y la reyna. En antesalas, salas, y gabinetes no se hablaba mas que de Zadig, y el rey mandó que se le restituyese la multa de quatrocientas onzas de oro á que habia sido sentenciado, puesto que no pocos magos eran de dictámen de quemarle como hechicero.

El español pensaba en Mary. A aquellas horas estaría en la penumbra perfumada de su habitación, con la rubia cabecita entre los brazos, durmiendo el primer sueño serio de la noche, cansado el cuerpo y vibrante aún por la más noble de las fatigas... ¡Pobre Juan Huss! Jaime le compadecía como si hubiese sido amigo suyo. ¡Quemarle ante un paisaje tan hermoso, tal vez una mañana como aquélla!... ¡Meterse en la boca del lobo y dar la vida por si el Papa era bueno o malo, o los laicos debían comulgar con vino lo mismo que los sacerdotes! ¡Morir por tales simplezas cuando la vida es tan hermosa y el hereje hubiera podido amenizarla ricamente con cualquiera de las rubias pechugonas y caderudas, amigas de cardenales, que presenciaron su suplicio!... ¡Infeliz apóstol! Febrer compadecía irónicamente la simpleza del mártir.

Luego mató á un tigre; después los indios lo amarraron á un poste para quemarle vivo. ¡Cómo respiró al verle en salvo milagrosamente!... No había poder, en el cielo ni en la tierra, capaz de acabar con este buen mozo.

¿Qué edad tienes ? preguntole Golfín sacudiendo los dedos para arrojar el fósforo, que empezaba a quemarle. Dicen que tengo diez y seis años replicó la Nela, examinando a su vez al doctor. ¡Diez y seis años! Atrasadilla estás, hija. Tu cuerpo es de doce, a lo sumo. ¡Madre de Dios! Si dicen que yo soy como un fenómeno manifestó ella en tono de lástima de misma.

Pertenecíanles por derecho divino las piedras preciosas y demas joyas de las viudas mozas que morian en la hoguera; y lo ménos que podian hacer con Zadig era quemarle por el flaco servicio que les habia hecho. Acusáronle por tanto de que llevaba opiniones erróneas acerca del exército celestial, y declaráron con juramento solemne que le habian oido decir que las estrellas no se ponian en la mar.