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Usted más que yo... Si llega, no la dejaremos subir. Nos quedaremos aquí, los tres, conversando sinceramente, hasta confesar la intimidad más íntima de nuestros corazones. Le propongo una cosa que será muy original: repetirle a ella hasta la última palabra de nuestro diálogo, y después decir todo lo que pensamos y todo lo que sospechamos. Será divino.

Muñoz y Nones tratan de probar la falsedad de un documento que es la base de nuestra demanda. Si la prueban, nos quedaremos en el aire, hija mía. El pleito toma un giro tal que difícilmente podremos obtener un resultado satisfactorio. Haremos los mayores esfuerzos, y llegaremos hasta donde se pueda llegar.

Doña Lupe estaba muy satisfecha; pero sospechando que la fundadora iba a sacar el temido guante, se despidió con prisa. «Amiga de mi alma, la obligación me llama a mi choza...». , le dijo Guillermina . La obligación antes que nada. Hasta luego. Y llevando aparte a Fortunata en el corredor, su tía le dijo: « te quedarás aquí un ratito; si hay petitorio, no quedaremos nosotras en mal lugar.

Volvió el piloto a tomar la altura, y vió que estaba debajo del norte, en el paraje de Noruega, y con voz grande y mayor tristeza dijo: "Desdichados de nosotros, que si el viento no nos concede a dar la vuelta para seguir otro camino, en éste se acabará el de nuestra vida, porque estamos en el mar glacial, digo, en el mar helado; y si aquí nos saltea el hielo, quedaremos empedrados en estas aguas."

Aquí se oyó la gruesa voz del fraile, con entonación casi iracunda: No es por encontrarnos bien por lo que nos quedaremos un tiempo en vuestra casa, joven duque, sino para cumplir un designio de Dios.

¿Y qué vamos á hacer de ella? dijo Elías mirando al cura de Carrión y á los demás cabecillas del tumulto. Todos se encogieron de hombros y besaron á Clara. Nosotros nos quedaremos con ella, dijeron las dos mujeres que habían servido al coronel cuando era rico. No dijo Elías: yo la recojo. Me la llevaré conmigo, la educaré. Las mujeres aquellas eran muy pobres.

Recobré repentinamente mi sangre fría al ver tanta doblez y respondí con calma, casi con languidez. Tengo jaqueca; mira, estoy en traje de casa. Si quieres, no saldremos para ir á comer. Tengo aquí con qué improvisar una buena comida; nos quedaremos tranquilamente al lado del fuego y me harás compañía hasta muy tarde.

Y terminaba el artículo con esta despedida: «¡Vaya tranquilo el bravo guerrero, que con mano esperta rigió los destinos de este país en épocas tan calamitosas! ¡Vaya tranquilo á respirar las balsámicas brisas del Manzanares! ¡Nosotros aquí nos quedaremos como fieles centinelas para venerar su memoria, admirar sus sabias disposiciones, y vengar el infame atentado contra su espléndido regalo, que hemos de encontrar aun cuando tengamos que secar los mares! ¡Tan preciosa reliquia será para este pais eterno monumento de su esplendor, sangre fría y bravura

Usted lo ha dicho muy bien hace un instante: un desgraciado sufre injustamente y si no hago cuanto pueda por salvarlo, no tendré ni una hora de tranquilidad en la vida. Me alegro de haber confiado á usted mis debilidades, porque así me ayudará usted, si es preciso, á vencerlas y, Dios mediante, no nos quedaremos en el camino.

14 ¿Sobre qué nos aseguramos? Juntaos, y entrémonos en las ciudades fuertes, y allí quedaremos quietos; porque el SE