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Que no sea de colegio, contestaria yo. ¿Quiero decir con esto que no pueda haber colegialas virtuosas y cultas? No; la virtud está en todas partes; en todas partes hay mujeres educadas y virtuosas; yo no hablo aquí de la bondad de la mujer, sino de los peligros, de los graves peligros, de un colegio.

Sus sañudos enemigos empiezan á destruirles los templos que las anteriores persecuciones habian respetado: algunos convierten en mezquitas ó en sinagogas.

Después quel Duque entendió que las galeras habían hecho su aguada, por ser ya tarde mandó retirar la gente del escaramuza, y al recoger, que se recogían al escuadrón, comenzaron á cargar los enemigos, con la grita y alarido que suelen, y acercáronse tanto, que hirieron algunos en el mesmo escuadrón. Á D. Álvaro dieron este día un arcabuzazo, andando á caballo. No le hizo mal.

Aun suponiendo que Dios no ejecuta esta division, es cierto que con su inteligencia infinita ve todas las partos en que el compuesto es divisible: estas partes han de ser simples; pues de lo contrario la inteligencia infinita no veria el límite de la divisibilidad.

La duquesa, besándola cariñosamente, secó sus lágrimas, escuchó la confesión de aquel amor naciente, y despidiéndola ruego con ternura, la llevó hasta la puerta de su gabinete, procurando que aquella entrevista fuese lo más breve posible.

Vamos, y gasta; que luego 1665 Estará como algodón. , mas ¡coz y mordiscón!... Parece rocín gallego. DO

»En Madrid permanecí de Julio de 1876 a Diciembre de 1882. El tiempo que estuve en la corte lo dediqué exclusivamente a mis trabajos de abogado y a la práctica de la caridad, como socio de San Vicente de Paúl y Asociación de Católicos. Fui también socio del Ateneo y de la Juventud Católica. Esta última sociedad me honró con el cargo de presidente de la sección de Derecho.

Como quiera que fuese, Doña Blanca hacía tiempo que estaba harta de vivir. La única idea, el único propósito, el solo fin que en su vivir estimaba era el de cumplir un deber terrible: el evitar que su hija heredase á D. Valentín.

Prometía la primera campañas parlamentarias nunca vistas; hacía esperar el segundo diversiones y regocijos jamás disfrutados, y unas y otros discutíanse y aun preparábanse en los salones de Currita, centro por aquel tiempo de los más importantes hombres políticos de la futura oposición dinástica, a la vez que de lo más gommeux, lo más poisseux de la alta sociedad madrileña.

La verdad es que el título era hereditario y pasaba de padres a hijos. La casa era obra notabilísima. El acueducto y el tallado de los techos, en uno de los cuales se halla modelado el busto del almirante que la fabricó, llaman preferentemente la atención.