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Que considerando nuestras sensaciones como fenómenos puramente internos, se dividen en dos clases muy diferentes: unos que dependen de nuestra voluntad, otros independientes de ella; unos inconexos entre , ó variables en sus relaciones, á gusto del que los experimenta; otros sujetos á cierta conexion que nosotros no podemos destruir ni variar.

He adelantado esta distincion porque la necesitaba para no dejar incompleto el exámen de la posibilidad de una verdad fundamental entre las puramente ideales. Pero su explicacion y los cimientos en que estriba, se encontrarán en el tratado sobre las ideas del espacio y de la extension.

Pues si no lo deseara ¿cómo me había de meter yo en semejante negocio? ¿No comprende usted...? ... pero... No hay que confundir. El perdón puramente espiritual o evangélico, ya lo tiene... Pero el otro perdón, el que llamaríamos social, porque equivale a reconciliarse, es imposible. Vamos, que no será tanto dijo para don Evaristo, subiéndose el embozo. Es imposible repitió Maxi.

Como se casan solamente entre , porque la ley prohibe el matrimonio morganático, resulta que los verdaderos extranjeros en todo pueblo son el rey y la reina. Así, pues, en vez de sangre azul, puramente azul, la tienen de todos los colores. La pureza sanguínea está mejor fijada en los caballos de carreras.

Reprendióle agriamente por su excesiva crueldad, y este le representaba que si no extinguia á todos los que no fuesen puramente indios, era consecuente quedarian dominados por cualquier clase que animase parte de sangre española.

En la palabra comun, se significa que los objetos de este criterio lo son para todos los hombres, y de consiguiente se refieren al órden objetivo; pues que lo puramente subjetivo, como tal, se ciñe á la individualidad, en nada afecta á la generalidad.

El señor de Maurescamp no se encontraba bien; sentíase irritado del papel secundario que desempeñaba en tales ocasiones; encogíase de hombros, decía dos o tres bromas groseras y se marchaba. A pesar de todo, la verdad tiene tanta fuerza, que a veces sentíase inclinado a creer que sus relaciones eran en efecto puramente sentimentales.

Después trató de rehacerse de nuevo: «Resueltamente, mañana le digo a mi marido que la casa no me gusta y que es preciso que nos mudemos. Y a esta sinvergüenza la planto en la calle». ¡Qué cosas pasan! De improviso, obedeciendo a un movimiento irresistible, casi puramente mecánico y fatal, Fortunata se levantó y saliendo de la sala, se acercó a la puerta.

Si Emma había estado a tres dedos del abismo, que no se sabe, su enamoramiento secreto y puramente ideal la libró de todo peligro positivo; entre Sebastián y su prima se había atravesado un pedazo de lienzo viejo.

Poco a poco, a impulso de la lucha mortal en que estaba comprometido, aquellos sentimientos románticos de progreso, aquel amor a los adelantos morales y materiales de su villa natal, que hemos tenido el placer de admirar en los primeros capítulos de esta historia, habían cedido el sitio a un triste deseo de destrucción. Sin embargo, esto era puramente accidental.