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»Pero la conducta de su padre es hasta cierto punto extraña: sólo ha atendido á la subsistencia de su hijo mientras ha sido estudiante; pero después le ha abandonado á si mismo y á nuestra pobreza.

Hizo la crítica de los vestidos que llevaban varias niñas el día del premio del «Jockey Club». Parece que Clotilde se presentó con un sombrero un tanto estrambótico. Me preguntó si la había visto. Y como le dijera que no, exclamó al punto: «Era un sombrero ¡digno! de verse». ¿Y Carlitos Nuezvana, ¿estuvo muy espiritual? Ese me habló de modas masculinas.

Poco despues se llega al punto culminante de esas gargantas solitarias, determinándose la opuesta direccion de los sistemas hidrográficos.

Luego que doña Luz dejaba esto como sentado y evidente, se preguntaba también: «¿Y yo qué he hecho para inspirar esta pasión? ¿Qué culpa adquiero de que él me ame? ¿Hasta qué punto he dado y sigo dando pábulo a su afecto?». La contestación que doña Luz se daba era contradictoria y confusa. Ora se condenaba; ora se absolvía.

De dos en dos, á un punto, concertaron, Que acudan á herir á cada uno De aquellos mas valientes que forjaron Aqueste rebelion tan importuno: Y todos juramento se tomaron Sobre un libro misal, muy de consuno, De morir, ó matar con propias manos Al bravo Venialbo, y los tiranos.

Durante el convite hacia el rey que el esclavillo provocase la verbosidad de su katib: díjole al oido que le tirase una copa á la cabeza, y el niño lo ejecutó al punto: felizmente Abdallah acertó á evitar el golpe, y esclamó: Oh linda cara, no seas cruel, que no está bien la crueldad con la hermosura: el cielo hermoso cuando sereno es muy apacible, y ahora su saña nos horroriza y espanta . Sus palabras parecian un agüero.

Se burlaba de él; se reía a más y mejor de sus conclusiones luteranas, y después rebatía, con mucho acierto, los errores del mozo. ¡Joven! ¡joven! prorrumpía en tono de sermón. Esta Constitución que usted pone por las nubes, no ha sido hecha de acuerdo con las necesidades del país. Hago punto omiso de cuanto hay en ella contra la Religión. Pugna contra nuestras costumbres.

Recordando la curiosa carta en italiano que había tomado de entre los papeles del muerto, le pregunté al viejo si conocía algún punto llamado San Frediano el lugar señalado para la cita entre el hombre que había escrito la carta y mi pobre amigo fallecido. Ciertamente replicó. Detrás del Cármine está el mercado de San Frediano, y en Lucca hay la iglesia de San Frediano, también.

Nada más que por el hecho de presentar siempre la Luna la misma cara á la Tierra, que es el centro de su movimiento, resulta claro que, dado un punto del espacio celeste más ó menos distante de la órbita lunar, nuestro satélite debe por el contrario presentar, en el mismo intervalo, todas sus caras á un observador colocado en dicho punto.

No fácilmente, sin embargo, concede el Señor la victoria á sus adoradores: aguárdanles pruebas y tormentos diversos; derrótanlos los persas, y se ven á punto de sucumbir en una región montañosa y desierta; pero perseveran en su fe y en su esperanza, y al cabo el cielo también les ayuda, los ángeles esgrimen sus espadas de fuego, y dispersan los escuadrones enemigos que los cercaban.