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Estas son intimidades del matrimonio: al médico no se debe recurrir sino en el último apuro.... debieras saber, debieras afanarte por averiguar lo que me conviene; aunque no fuera por cariño, por pudor, por vergüenza; y si no tienes vergüenza, por remordimientos, por.... Ya se ha indicado que la facundia de Emma, llegados estos momentos, no tenía límites.

Isidora le había dirigido al entrar una súplica angustiosa, elocuente expresión salida de los más sagrados senos del alma humana. Juntando el quejido de la necesidad a la súplica del pudor, Isidora le había dicho: «Dame de comer y no me toques». Miquis abre su bolsa a la desvalida hermosa, y con magnánimo corazón le dice: «Mañana estarás en casa de Emilia».

Hay cosas que se avergüenza uno de confesarse a mismo; y esas cosas, por extraña contradicción, fatigan y matan si con alguien no se confiesan. Por eso voy a decírtelo todo. No seas severo conmigo. No me condenes por miserable y falto de pudor si te lo digo todo: si te descubro lo que a mismo debiera yo ocultarme. »Harto conoces mis ideas.

Unas cosas leyó Leocadia con deseo de adivinarlas, otras con asco de entenderlas: hubo frases que cayeron sobre su pureza como cieno sobre nieve: luego, asustada, dejó el tomo y cerró el cajón, sintiendo al apartarse de allí una emoción intensa de pudor ofendido. La flor huía con asco de la babosa.

Sabe que el fantasma que acaba de cruzar al alcance de sus perdigones es la hembra, la Dulcinea perseguida y recuestada por innumerables galanes en la época del celo, a quien el pudor obliga a ocultarse de día en su gazapera, que sale de noche, hambrienta y cansada, a descabezar cogollos de pino, y tras de la cual, desalados y hechos almíbar, corren por lo menos tres o cuatro machos, deseosos de románticas aventuras.

Ya usted conocerá que con esta educación es imposible el que conserven honestidad, ni aun tengan idea de esta virtud; así pierden hasta el nativo pudor, andan con libertad por donde quieren, sin que sus padres se lo impidan, porque no tienen dominio en ellos; se prostituyen muy jóvenes, y se entregan al vicio de la incontinencia, de modo que cuando se casan ya están relajadas, y aun perdida la fecundidad, y así se menoscaba considerablemente la población.

Básteles saber que este joven, poniendo en juego sus malas artes amorosas, embaucó y engañó y arrastró tras a quien había sido la misma firmeza, el pudor mismo y la mismísima lealtad, dejando burlada la ideal adoración de un hombre que había sido el dechado de la constancia y delicadeza.

No, no es visión, es realidad; no imagina verla, sino que la está mirando. Su tocador, ni grande ni lujoso, respira limpieza y elegancia. Cristeta, en pie, frente al espejo, pincha en el rodete rubio la última horquilla, y con la yema de los dedos se arregla los ensortijados ricillos de la nuca. Estremecida de pudor y de frío, se quita la bata y la tira sobre un sofá.

Don Juan la miró con ternura, la cogió una mano, oprimiéndosela fuertemente, y en seguida, cual si cediese a la dolorosa impresión que acibaraba su ánimo, dejó caer la cabeza sobre el pecho de Cristeta. A ser otra la ocasión, ésta se hubiera echado hacia atrás con oportuno pudor; pero en aquellos tristes momentos no quiso mostrar esquivez ni parecer arisca.

Mientras vacilaba entre el pudor y la necesidad, la vieja sirvienta, aterrada, al parecer, por la mirada hambrienta que fijé sobre ella, cortó la cuestión, cerrando bruscamente la puerta. Entonces, tomé mi partido, resolviéndome á ayunar hasta el día siguiente.