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Al recordar aquel período de su historia, Leonora sentía un estremecimiento de pudor, un remordimiento de vergüenza. Era una loca que paseaba la tierra como una bandera de escándalo, prodigando su hermosura, ebria de poder, haciendo el regio regalo de su cuerpo a cuantos la interesaban un instante.

Ricardo, no seas curioso..., anda..., vámonos. El Menino no está aquí. La niña se sentía turbada por la atención del joven. Todas las mujeres bien nacidas tienen el pudor de su cuarto, si vale la frase; porque hay siempre en él como impregnado algo de lo íntimo de su alma y de su cuerpo que repugna mostrar a un hombre.

Buscando luego paliativos a su disgusto, se dijo que el exceso de pudor ahogaría su porvenir artístico. ¡Pues qué! ¿No había visto, por ejemplo, y nada menos que a célebres cantantes, lucir las piernas haciendo el paje de los Hugonotes, y algo más que las piernas en la Venus del Tannhauser?

Si alguna variación podía observarse, algún signo revelador del tránsito de virgen a esposa, era quizás un aumento de pudor; pudor, por decirlo así, más consciente y seguro de mismo; instinto elevado a virtud.

No acertaba a explicarse la causa, mas por nada del mundo se hubiera valido de tal medio. ¿Escribirle? Al imaginarlo, no fue temor de herirle lo que cruzó por su imaginación, sino algo como miedo vago, pudor mortificado por mismo.

»Pero, aunque poco, al fin hablaba, y removía y oreaba las ideas; y aquella terrorífica que antes la perseguía sin sosiego, ya no la martirizaba tanto. »Sólo delante de Guzmán se despertaba y embravecía; y no me maravillaba, después de haberme confirmado la infeliz lo que recelaba yo: aquel pecado mío era, a los ojos de su pudor de hija, el más abominable de todos los del vergonzoso catálogo.

Te vi en tu día nupcial, cuando un intenso pudor invadía tu frente, aunque todo fuera alegría alrededor de ti y que, delante tuyo, no fuera el mundo sino Amor. En la vivificante luz que brillaba en tus ojos, haya sido cual haya sido su esencia, encontré todo lo que mi mirada dolorosa pudo hallar de encantador sobre la tierra.

¡, ... ahora mismo! ¿Cómo es eso? ¡Atreverse esa desvergonzada a poner los pies en esta casa y en un día semejante! ¿Ya no hay pudor? ¿Ya no hay vergüenza? ¿En qué país estamos? ¿Pero cómo ha podido pasar? ¡Una fiesta que había comenzado tan bien! Traía invitación, al parecer. Pues la ha robado o estará falsificada.

Le he preguntado mil veces si lloró cuando estaba tan mal; él dice que no, porque siendo muy tierno, tiene el pudor de no demostrarlo; pero yo , por las sirvientas, que andaba gimoteando por los rincones. También le preguntaba si se hubiera vuelto a casar si yo llego a morirme. Su respuesta fué muda, pero elocuente.

La carta llegó sin contratiempo a poder de Gregoria, que se pasmó de tal proyecto, quedando aturdida y sin saber qué hacer; vinieron a las manos su pudor y su cariño, el deber filial y su conciencia, y en esta lucha y en este sobresalto estaba, cuando llegó la hora de sentarse a la mesa. Anochecía.