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Por eso La Edad de Oro va a tener cada seis meses una competencia, y el niño que le mande el trabajo mejor, que se conozca de veras que es suyo, recibirá un buen premio de libros, y diez ejemplares del número de La Edad de Oro en que se publique su composición, que será sobre cosas de su edad, para que puedan escribirla bien, porque para escribir bien de una cosa hay que saber de ella mucho.

REY. No es posible que no tengas Buena sangre, aunque te afligen Trabajos, y que de origen De nobles personas vengas, Como muestra tu buen modo De hablar y de proceder. Ahora bien, yo he de poner De una vez remedio en todo. Conde. CONDE. Gran señor. REY. Enrique. D. ENR. Señor. REY. Yo he de ir a Galicia, Que me importa hacer justicia. Y aquesto no se publique. CONDE. Señor...

A pesar del interés supuesto por , nadie se ocupó de saber su continuación, lo cual sirvió para mortificar bastante mi amor propio de literato. Ahora, mi amigo Cincunegui se ha empeñado en que publique mi diario íntegro. Lúzaro necesita un grande hombre; le es preciso tener una figura presentable ante los ojos del mundo.

Cuyos capítulos mandan se guarden y cumplan precisa y puntualmente: reservando á la prudencia y discrecion de la misma Junta el que tome las medidas mas adecuadas para que tenga debido efecto lo determinado en el artículo diez, como tambien el que designe el tratamiento, honores y distinciones del cuerpo y sus individuos: y que para que llegue á noticia de todos, se publíque esta acta por bando inmediatamente, fijandose en los lugares acostumbrados.

Me basta que un amigo estrene un drama cualquiera, que publique una novela, o, simplemente, que sea nombrado ministro, para que yo me apresure a acudir al inevitable banquete de homenaje; pero Julio Antonio está en un caso muy distinto.

Notable prueba de lo que digo pudieran dar bastantes varones ilustres, que ocuparon las sillas de esta Academia, cuyas obras, de gran importancia unas, y otras de sabrosísima lectura, andan perdidas en los periódicos, o existen manuscritas y expuestas a perecer, sin que nadie las imprima y publique en colección: así, por ejemplo, los escritos de D. Agustín Durán, de D. Antonio Alcalá Galiano, de D. José Joaquín de Mora y de otros.

Yo la publiqué en estas columnas, porque todo cuanto me decía mi excelente amiga constituye un ejemplo de buen juicio, de fortaleza espiritual y de perfecta casada.

Pero continuando con la metáfora de la guillotina política, si este bosquejo de la Aduana, que voy á terminar, pareciere por ventura demasiado autobiográfico para que lo publique en vida una persona que, como su autor, no es de mucho viso, téngase en cuenta que procede de un caballero que lo escribe desde ultratumba. ¡La paz sea con el mundo! ¡Mi bendición para mis amigos! ¡Mi perdón para mis enemigos! ¡Me encuentro en la región del reposo!

Aquí no pudieron contener los mozalbetes su entusiasmo, y fue tal la algazara y el jaleo de pies y manos, que los transeúntes se detenían en la calle sorprendidos por el estentóreo ruido. Vaya, señores, que no leo más dijo Gallardo guardando sus papeles con orgullo . Esto va a perder la novedad cuando se publique. Bartolo, echa el <i>Obispo</i>. Bartolo, léenos el <i>Papa</i>.

No me gusta ahogarme en poca agua. De gracia y justicia. He dicho muchas veces que no soy ministerial: haré por lo tanto justicia seca. ¡Ojalá que me dejen también hacer gracias! De literatura. En cuanto se publique un libro bueno, lo analizaremos; por consiguiente, no seremos pesados en esta sección. De teatro español. No diremos nada mientras no haya nada que decir. Felizmente va largo.