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11 Les diréis así: dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. 12 El que hace la tierra con su potencia, el que pone en orden el mundo con su saber, y extiende los cielos con su prudencia; Avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor, porque mentira es su obra de fundición, ni hay espíritu en ellos;

También a ella le cosquilleaba en el interior el deseo de hacer algunas confidencias; pero el respeto de su marido le ponía un freno. Por fin, tanto extremó Pez los panegíricos de ella, que la indiscreción se sobrepuso a la prudencia.

4 con tu sabiduría y con tu prudencia te has juntado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros; 5 con la grandeza de tu sabiduría en tu contratación has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón. 6 Por tanto, así dijo el Señor DIOS: Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios,

Aún no hacía veinticuatro horas que se conocían, y Fernando la hablaba con absoluta confianza, libre de los retrocesos que inspira la timidez, como si un largo trato de años hubiese desgastado entre ellos todas las angulosidades de la prudencia y el miedo.

Volveré si quieres... pero... mejor te acostabas pronto. Mañana vendré temprano. Te advierto que no te he dicho que . Bueno, bueno... adiós. Espera, espera... no me dejes solo... todavía. No te he dicho que ; tal vez... lo piense más y... me decida por seguir el camino opuesto. Pero por de pronto, Víctor, prudencia, disimulo.... Es decir, si no quieres exponerte a una desgracia.

Cuando Amaury pasó junto al doctor, éste le dijo en voz baja: ¡Ten prudencia! Pierda usted cuidado repuso Leoville; daremos muy pocas vueltas. Y se lanzaron en medio del torbellino, perdiéndose muy pronto entre las otras parejas. Bailaban un vals de Weber cuyo compás, que al principio era lento y moderado, se animaba gradualmente hasta el final, en que terminaba de un modo vertiginoso.

Y si va á su casa, y si la familia le hace la caridad de abrirla sus brazos, ¿cómo resiste esa pobre jóven la mirada terrible de su madre? ¿Qué ha de responder á su madre, cuando las dos se queden solas? ¡Ay! ¡cuántos males causa en este mundo la falta de prudencia!

Después de una introducción ó exordio elogiando el tino y la prudencia con que había resuelto el capítulo cuestiones delicadas, celebró que todos los ánimos estuviesen unidos para cuanto fuese provechoso espiritual ó temporalmente á la orden, comparándola á una gran madre cuyo mejor adorno y corona son los buenos y virtuosos hijos.

Si ella no fuera mi hija, y no estuviera por eso mismo arriba de toda sospecha, yo te diría: «Riñe con él; no le prestes más dinero y reclámale lo que te debe...» Como comprenderás, la prudencia es una gran cosa. Señores, hasta entonces, yo había tomado al viejo por su lado bueno; pero desde aquel momento se me hizo odioso.

Sabe V. m. la causa? sino, yo se la diré, porque cada mano cae a su lado, y no sabe la vna, quién está al lado de la otra. No se ria V. m. de mis deuaneos de viejo, y diga al S.^r Condestable, q. si le paresciere q. caduco, q. me perdone su Prudencia. Muy serui.^or de V. m. Ant. Perez. Mosieur Maridat En su mano. Bibl. Nac. de París, Fr., 3.652, fol. 138. Colección Morel Fatio, núm.