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Luego, el sosiego con que recibía los gestos provocativos de desprecio que no le escatimaba, le parecían una ofensa. Bien mirado, aquel chicuelo se estaba burlando de ella: porque no era creíble que un enamorado mostrase tanta serenidad y cinismo. Sin duda, después que advirtió que la molestaba, se propuso mortificarla para vengarse. Y no cabía duda que lo lograba cumplidamente.

Venturita, sentada ya, se atracaba de aceitunas, tirando los huesos a su hermana y haciéndole guiños provocativos, mientras ésta, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes, se llevaba el dedo a los labios pidiéndole discreción. Don Rosendo había ido a ponerse la bata y el gorro, sin los cuales le habría hecho daño la cena.

Aquella joven ¿no consideraba que estaba casi desnuda?». , ya . Descuide usted, señor. En cuanto ladre don Tomás iré a llamarle. ¿No hay más? añadió la rubia azafranada, con ojos provocativos. Nada más. Y acuéstate, que estás muy a la ligera y hace mucho frío. Ella fingió un rubor que estaba muy lejos de su ánimo y volvió la espalda no muy cubierta.

Quinta: prohibíanse asimismo todos los cantos y bailes indecentes y provocativos, y sólo las mujeres casadas podían presentarse en las tablas. Sexta: la entrada en los vestuarios se limitaba á los actores y á las personas pertenecientes á la compañía. Sétima: las representaciones no podían empezar después de las dos de la tarde en el invierno, y de las tres en verano.

Colgaba frente a ellos una maja de ojos provocativos y boca manchada de rojo violento, como las flores del mantón, pero se anegó también en la misma irrealidad fantástica. No podía hacer Adriana mucho caso de lo que Julio le hablaba, porque se sentía demasiado embargada por la idea de estar conversando los dos sin testigos, en aquel delicioso rincón de soledad.

Un hombre avariento pasaría allí el tormento de Tántalo; yo no pasé tormento alguno, sin embargo de que ... la verdad, algunos deseillos me andaban escociendo por dentro. Siempre que vinieran por buen camino, de buena gana daría un pellizco á esos provocativos montones. Y eso que aborrezco, ó me hago la ilusion de aborrecer el precioso metal.

Tengo un antojo le decía a mi tío, tirándole de la pera, y me voy a morir sino me lo satisfaces, sabes... ¡un gran antojo! Mi tío ponía cara de bandido sorprendido infraganti. Un antojo... pero que nadie sepa lo qué es... ni lo digas a nadie... Ven, acércate, yo te lo diré al oído... Y el viejo, con movimiento de palomo, acercaba el oído a sus gruesos y provocativos labios.

Las sillas estaban en desorden; sobre la alfombra yacían dos o tres libros, pedazos de papel, barro del Vivero, hojas de flores, y una rota de Begonia, como un pedazo de brocado viejo. Parecía el salón fatigado. Las figuras de los cromos finos y provocativos de la Marquesa reían con sus posturas de falsa gracia violentas y amaneradas.

Los amigos de Belinchón andaban, los días que siguieron a la llegada de aquél, satisfechos y rozagantes, mirando a sus enemigos con ojos provocativos. «Temblad, petates, temblad» parecían decirles con la mirada. El mismo don Rosendo, tan magnánimo, tan filósofo, tan humanitario, participaba de aquel rencor implacable, deseaba ardientemente el exterminio de sus contrarios.

Al pasear por Barcelona, miró con ojos provocativos á cuantos transeúntes le parecieron alemanes. Se unió á la acometividad de su carácter una indignación de propietario que se ve atropellado dentro de su casa. Los tres tiros eran para él, y él era un español y los boches se atrevían á atacarlo en su propia tierra. ¡Qué audacia!...