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El famoso testamento de Carlos II, llamando al trono español un Príncipe francés, fué también la sentencia de muerte del teatro nacional español, primero por su consecuencia inmediata, que fué la guerra de sucesión de doce años, obstáculo inmediato y externo, que se opuso á la prosperidad del teatro, y luego, y por efecto del reinado de la dinastía francesa, por una inundación de ideas nuevas, completamente extrañas al carácter español, y, como su acompañamiento, los absurdos y prosáicos preceptos literarios de la escuela de Boileau, que se entronizaron aquende los Pirineos.

El sol hizo surgir los colores del iris en el chorro de agua que caía como un espléndido penacho sobre la calle: el empleado municipal lo sacudía sin curarse de su belleza, haciéndole servir a los fines prosaicos de la policía urbana; mas el chorro salía altivo y alegre de la manga y se esparcía en el aire, cayendo en lluvia de plata unas veces, otras en lluvia de cristal y otras de fuego.

Al abuelo, que estaba chocho con su nietecilla, le llevaba el diablo con estas cosas: apostrofaba a la hija por su frialdad, y predicaba al yerno por su injustificable indiferencia; pero el uno y la otra se encogían de hombros por toda respuesta, y no revivía el extinguido fuego de amor a la hija, que había chisporroteado un instante después del primer besó de la madre. ¿Quién sabe el rumbo que hubiera tomado el astro de los destinos de la niña sin los prosaicos inconvenientes en que fundaba la marquesa su nuevo alejamiento de ella, y el acontecimiento que sobrevino poco después?

La bondad de su padre le consentía gastar todo su sueldo en caprichos y placeres. Era un hijo de familia mimado que vivía en su casa como en una fonda. Al revelársele su situación quedó sumido en profundo abatimiento. Salió de él bastante cambiado. Sus pensamientos fueron más graves, más tristes, más prosaicos.

Por todo lo cual entiendo que de esta protección oficial, concedida en virtud de prosaicos expedientes, sólo nace una literatura enfermiza y enteca, como planta criada en invernáculo: libros de pacotilla, sin elevación ni libertad de espíritu en quien los escribe, y desprovistos además de aquella distinción y de aquella pulcritud aristocráticas, que siempre son un mérito, no existiendo otros de más sustancia.

Todos ellos evitaban deliberadamente lo popular, y preferían la poesía erudita, lo cual explica que encontremos en sus obras pobres sentencias y prosáicos silogismos, en vez de la expresión espontánea del sentimiento, y manoseadas frases en vez de verdadera pasión.

Ocupando aquella posición deshonrosa se creía honrada. Su cerebro estrecho no comprendía otra gloria que la de ser preferida por tal hombre. Bebía sus palabras y gestos y se embriagaba con ellos. Hallaba gracia y nobleza en los más prosaicos actos de su vida y prestaba tal importancia á sus gustos para vestir, comer ó dormir cual si fuesen preceptos de un código divino.

Algo hay, en efecto respondí ; pero no lo bastante, a mi entender y añadí, dejándome llevar demasiado de mis instintos un tanto prosaicos : porque todo ello es, al cabo, mera poesía.

Hasta del mal ladrón le estaba dando lástima en aquel momento. ¡Cuánta mayor lástima le daría del Magistral que, según ella, no era ladrón, ni malo ni bueno!». La forma del sacrificio, el día, la ocasión, todo estaba señalado: se juró no volverse atrás; aquella exaltación era lo que ella necesitaba para poder vivir; si más tarde el cansancio, la relajación de aquellas fibras tirantes traían a su ánimo la cobardía, los reparos mundanales, prosaicos, el miedo al qué dirán, no haría caso... iría derecha a su propósito sin vacilar, sin deliberar más.

En efecto, si en una estacion, cerca de alguna bella ciudad ó de un rico paisaje, se compara el espiritualismo poético de un monumento cercano, con las pilas de carbon de piedra y los prosaicos vagones, la desventaja es para ese instrumento poderoso de locomocion, que ha hecho del viaje una carrera, un tropel de huracanes y de impresiones que apenas comienzan a nacer cuando ya se disipan como una pesadilla.