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No lo hice adrede... comenzó á decir el mocetón, á la vez que Simón prorrumpía en sonoras carcajadas. ¡Por el filo de mi espada! exclamó. Fanfarrón más insoportable no espero volver á verlo en mi vida. Se negó á comer y beber con nosotros y aun á dirigirnos la palabra.

Encargado de exhortar y fortalecer a los reos, lo había visto todo de cerca, y se hacía lenguas de los miles y miles de espectadores que acudieron de los diversos pueblos de la isla para presenciar la fiesta, de las misas solemnes con asistencia de treinta y ocho reos destinados a la quema, del lujoso atavío de caballeros y alguaciles, jinetes en briosos corceles al frente de la procesión, y de «la piedad del gentío, que prorrumpía otras veces en gritos de lástima cuando llevaban a la horca a un facineroso, y permanecía mudo ante estos réprobos olvidados del Señor...» En aquel día se mostró, según el docto jesuita, el temple de alma de los que creen en Dios y de los que le desconocen.

¡No es verdad, Paco; no me ha visto usted! Decía otro: Pilar, ¿dónde compra usted esos abanicos tan monísimos? Pilar prorrumpía en carcajadas. ¡Qué guasón! Y ¿dónde ha comprado usted aquel perro tan feo que llevaba usted hoy en el paseo? Feo, ; pero gracioso. Confiéselo usted. Tales frases hacían desbordar la alegría de aquellos pechos juveniles.

Cuando la muchacha, aturdida por este parloteo, y dudando si emplear sus ahorros en el gran remedio que le proponía para sujetar al novio infiel, acababa por entregarle dos reales, la gitana prorrumpía en lamentos y súplicas. Reina, añade aunque no sea mas que un realillo. ¡Con esa carita de clavel, y tan agarrá!

Con la magnanimidad de un caballero andante protector de la viuda y el huérfano, tomaba bajo el amparo de su brazo a esta mujer llorosa y sus pequeños aulladores. ¿Qué queréis ustedes? ¿Ver ar enfermo?... Pues lo veréis, aunque tenga que echarle las tripas ajuera a ese rubio fachendoso que está en la puerta. Prorrumpía en insultos y amenazas contra el marinero, que no podía entenderle.

Quería evitar la nerviosidad de su cuñada, que prorrumpía en lágrimas y suspiros á la menor alusión contra su héroe; temía igualmente las quejas de la esposa, pronta siempre á defender á su hermana como si fuese una víctima... ¡Que un hombre de su carácter se viese obligado en la propia casa á vigilar su lengua y hablar con eufemismos!... La única satisfacción que podía permitirse consistía en dar noticias de las operaciones militares.

Aquel Martínez estaba á todas horas en Villa-Rosa, muchas veces contra su deseo. La duquesa necesitaba su presencia, y eso que al verle prorrumpía en lágrimas y sollozos. Pero el pobre muchacho, con una sumisión admirativa, la acompañaba en su voluntaria soledad, profundamente agradecido de que tan gran dama se interesase por él.

Ahí está ese gaznápiro decía don Bernardino, espiando lo que no le importa; ¡y pensar que con media palabra mía, podía quitarme semejante estorbo! Por su parte, don Pablo Aquiles se irritaba cada vez que veía pasar al odiado personaje. ¡Cerrar esa puerta! prorrumpía apartando el mamotreto que estudiaba, ¡qué negros éstos! Nada, tendré que cambiar de sitio.

Cuando don Pablo Aquiles venía con el cuento de que se había hecho saltar a algún compañero, para colocar a un paniaguado de la situación, o relataba, con pelos y señales, los abusos cotidianos, las arbitrariedades inicuas del doctor Eneene, misia Casilda prorrumpía en violenta catilinaria.

Muchos chuetas, funcionarios del Estado en la Península, militares, magistrados, hacendistas, al volver a Mallorca encontraban que el último mendigo se consideraba superior a ellos, y al creerse molestado prorrumpía en insultos contra sus personas y sus familias. El aislamiento de este pedazo de España rodeado de mar servía para mantener intacta el alma de otras épocas.