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Luego, la llegada a su casa, las preguntas de la madre, el tráfago de la servidumbre, el cambio de ropas, y, en fin, todos los incidentes de su regreso despertaron la sobreexcitación y la calentura. Los médicos, después de sangrarle copiosamente, ordenaron que le dejasen dormir. Se hallaba, al fin, completamente solo y en su propio lecho. La habitación estaba a obscuras.

Y en 1.º de agosto del propio año, compareció en Córdoba en presencia de otros escribanos el bachiller Ferran Romero, vicario del señor obispo, con una carta mensagera dirigida al bachiller Juan Vicario, y con ella respuesta de lo arriba espresado para que se la diera á los escribanos que habian hecho el requirimiento.

Pero vestirse el traje de lidia en su propio dormitorio, encontrando en sillas y mesas objetos que le recordaban a Carmen; salir hacia el peligro de aquella casa que había él levantado y contenía lo más íntimo de su existencia, le desconcertaba e infundía igual zozobra que si fuese por primera vez a matar un toro.

Saludáronse ambos personajes con grandes cortesías, y Currita, con el airecillo de princesa de los Ursinos, propio de las mujeres cuando juegan en público a las muñecas con los hombres políticos, comenzó a caminar entre ellos hacia la puerta de la Saleta. Allí la esperaba Villamelón, nervioso, azorado, impaciente, mirando sin cesar hacia la entrada de la escalera...

»La suerte me ha sido favorable, ya que favor llama el mundo á que le coloquen á uno donde todos le vean y le puedan zarandear á su capricho; y no extrañes que no te lo haya participado, porque entre las atenciones de mi destino, me olvido hasta de propio. »Reconociéndote la deuda que me citas, es ahora, como siempre, tu amigo que te quiere »Fulano de Tal.

Ajá, ajá. ¿El franchute apoya? De perlas, hijos, de perlas comentó don Angel Bellido, que éste era el nombre, tan propio cuanto impropio, del prestamista. , señor Bellido. ¿Sale usted del limbo? ¿Quién no sabe que el señor Coliñón es uña y carne con nosotros?

Concédame usted para mi pecado añadió con ademanes de la más esmerada cortesía , siquiera la tolerancia que no negará a los hombres cultos de las ciudades, apasionados de los buenos cuadros y de los buenos libros. Aun así, y usted perdone mi insistencia observé con un tesón que no era todo sinceridad ni del mejor gusto , no me sale la cuenta que usted se echa a propio.

Al saberlo le había mandado un propio; pero como hasta el pueblo había muchas varas de camino que medir y la nevada iba espesando por instantes, aunque don Sabas procuraría no perder uno solo en cuanto se enterase de lo que ocurría en la casona, ¡fuera usted a saber a qué hora de la tarde llegaría, y si llegaría a tiempo ya!

Despues de haber hecho una averiguacion sana de su propio entendimiento, puede pasar á ver cómo podrá aprovecharse de las luces de los demas.

Creció su admiración al observarse en clase contestando con relativa facilidad a las preguntas del profesor y al notar que se le ocurrían apreciaciones muy juiciosas; y el profesor y los alumnos se pasmaban de que Rubinius vulgaris se hubiera despabilado como por ensalmo. Al propio tiempo hallaba vivo placer en ciertas lecturas extrañas a la Farmacia, y que antes le cautivaban poco.