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Un caballero de la Cámara de D. Felipe escribió á Génova dícese que se propagó de seguida por cosa cierta... . Antonio Pérez mostró gran sentimiento, escribiendo expresamente para el Conde de Essex necrología latina , y otra castellana más extensa destinada al público , por muestra de la inmensidad del infortunio.

La sonrisa de la más regordeta de las muchachas iba acompañada de un poco de carmín en las mejillas que se propagó instantáneamente al resto de la cara, sin excluir las orejas, cuando Romadonga, dando un paso atrás, dijo estas solemnes palabras: Tengo el honor de presentar a ustedes a mi amigo D. Mario de la Costa.

En esta faena y brega estaban entretenidas las pronunciadas, sin reparar que el sol calentaba más de lo justo y que ya eran casi las once de la mañana, cuando un rumor contenido, temeroso, leve al principio, se propagó entre el concurso cayendo como lluvia helada sobre el entusiasmo general, y causando notable descenso en los gritos y vociferaciones que coreaban el arranque de las piedras.

Y quien más la propagó e ilustró luego fue el admirable poeta y filósofo Chelaledín Rumí, autor del poema Mesnewi. Así se fundó una secta herética muy dada al sibaritismo y una a modo de orden religiosa de derviches, inclinadísimos a todo linaje de diversiones, músicas y danzas.

El humor español se hizo reservado y sombrío. Una verdadera peste de melancolía se propagó por todo el país como un vaho de purgatorio, inficionando las almas. Los hidalgos vestían de luto; la madera al uso era el ébano. Jamás fue tan lúgubre el aparato de la muerte. El espíritu se empeñó en extraer sus ideas primordiales del sepulcro mismo y de sus terribles podredumbres.

Las fábulas de los Gentiles empezaron por algun suceso verdadero, y se propagó por la tradicion; de suerte, que cada dia añadia el Pueblo nuevas circunstancias falsas y caprichosas, que obscurecian el hecho principal, de manera, que al cabo de algun tiempo estaba enteramente desfigurado.

Entiéndase, con todo, que esta ciencia de la teosofía no debe con propiedad llamarse nueva en Europa. Debe llamarse renovada. Sus adeptos de hoy le dan ya antiquísimo origen entre nosotros o sea fuera de la India. Hermes Trimegisto fue teósofo, y, bastantes siglos después, cultivó y propagó la teosofía entre griegos y latinos el ilustre Ammonio Sacas, fundador de la escuela de Alejandría.

Con la fuerza plasmante que tenían en su forma etérea se condimentaron o confeccionaron cuerpos sólidos más perfectos, y de esta suerte creía el sabio viejo, cuyas ideas extractamos, que apareció la raza blanca en el mundo. En una fértil y bonita comarca del Tibet, vivió y se propagó, bajo la dependencia del ya citado Emperador de la China, a quien sus súbditos llamaban Iao y Padre Celeste.

Con el impulso de su pesado trote, el enorme toro bajó la cabeza y hundió los cuernos entre los dos hilos. Se oyó un agudo gemido de alambre, un estridente chirrido que se propagó de poste a poste hasta el fondo, y el toro pasó. Pero de su lomo y de su vientre, profundamente abiertos, canalizados desde el pecho a la grupa, llovían ríos de sangre.

De pronto, la nueva de la renuncia del doctor Eneene, el ministro inamovible, surgió como un cohete, se extendió, se propagó a todos lados: muchos incrédulos movían la cabeza; alguien gritó: ¡Abajo Eneene! Pero lo cierto es que la noticia nadie la creía. ¡Renunciar Eneene!