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Desde luego parece inverosímil que se celebrase de este modo ruidoso un enlace, que se contrajo en Valladolid secretamente y contra la voluntad del rey de Castilla; y tanto más, cuanto que ni Hernando del Pulgar, ni Diego Enríquez del Castillo, ni Juan de la Cruz, ni Alonso de Palencia hablan en sus prolijas crónicas de semejante representación.

Yo estoy solo. Te daré un cuarto, una cama, un plato y una cuchara. En mi casa no hay lujo, pero no falta nada de lo necesario». Después le hacía acerca de Isidora mil preguntas enojosas y prolijas, a las que Mariano no sabía qué contestar. Si su hermana vivía contenta, si se levantaba tarde o temprano, si le gustaba la fresa y el requesón, si iba al teatro.

Después de prolijas experiencias y estudios, llegué a este resultado inconcuso: la casa de huéspedes es una institución típicamente española, algo así como la lidia de reses bravas en coso, el cocido y el cultivo de las verrugas pilosas con fines estéticos.

Después de tan múltiples y prolijas meditaciones, llegan los ensayos llamados «de mesa», que algunos directores de escena tan peritísimos como Fernando Díaz de Mendoza, estiman adversos á la espontaneidad que debe dar gracia y frescura á la labor del comediante; luego los ensayos de conjunto ó generales, donde cada actor se habitúa á conocer el verdadero sitio que ocupa en la obra con relación á los otros personajes, y, finalmente, la noche, siempre pavorosa y terrible, del estreno.

El forestal, envanecido de absorber por completo la atención de su superior, le iba dando toda clase de noticias técnicas. Y hacía más de un cuarto de hora que hablaba, cuando Delaberge, al través de las prolijas frases de su subordinado, oyó a la señora de Voinchet que decía: ¡Ah! por fin... Ya comenzaba usted a inquietarme... Muy tarde llega, amiga mía.

Si parlaba de sus viajes y aventuras, de maestros célebres, de objetos preciosos, o filosofaba cultamente sobre el amor, su discurso cobraba todo el garbo de su persona; pero al disertar sobre el gobierno de la Monarquía, el disimulo cortesano hacíale adoptar un lenguaje incoloro y mortecino, lleno de circunloquios y de prolijas salvedades acerca de la secreta razón de muchas resoluciones de los príncipes.

Van de Sevilla á Granada, y después á Toledo, Valladolid, etc. En las ciudades más importantes se detienen más largo tiempo, aunque sus descripciones de los espectáculos dramáticos, celebrados en ellas, no son tan prolijas como deseáramos.

Morsamor, ataviado con esmero y elegancia, parecía más joven y más gentil que nunca. De su cinto, bordado de oro, pendían la espada, la daga y la primorosa escarcela; coleto de finísimo ante, lleno de prolijas labores, cubría su pecho y sus espaldas. Las mangas acuchilladas, así como los gregüescos eran de blanco raso.

Suprimimos estas minucias y vaciedades por demasiado prolijas y fastidiosas; quien quiera enterarse de todas ellas las hallará detalladas con la suficiente claridad en la citada obra de Marrac. Refutacion del Koran, y en el cap. XI de la Suma de los principales mandamientos y devedamientos, tambien citada. El curioso M. S. del Sr.

De los de San Francisco dio noticias prolijas el menguado Rufete, que estaba de guardia aquel día y adquirió cierta fama no envidiable, por haber dado seguridades al general de la Orden de que nada ocurriría en la casa, y haber poco después permitido el libre paso de los viles asesinos.