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Y para que nada se haga impropio del orden eclesiástico, prohibe el santo concilio que todos los que hayan recibido las sagradas órdenes ó que tengan beneficios eclesiásticos, se cubran con máscaras ó disfraces en cualquier lugar y tiempo, ó que representen papel alguno en cualesquiera espectáculos y juegos. Tolet., a. 1565, act. cap.

Federico, mientras tanto, se junta casualmente con el Duque y su favorito Clotaldo en una cacería, á que asisten ambos en los montes; el Duque se había quedado dormido, y Clotaldo se acercaba á él para perpetrar su traición y matarlo, cuando se presenta Federico de repente, arrebata el puñal al traidor y salva la vida del Duque; éste despierta al ruido, que ambos hacen, pero el astuto Clotaldo se da trazas de hacerle creer que él ha sido su salvador y Federico el que ha intentado asesinarle, por cuya razón se prohibe al último, bajo pena de muerte, su presencia en los dominios del Duque.

Ramona era bonita, elegante, no tenía nada de necia y mientras vivió en la alta sociedad, y no cayó en la sima, hubo de tener admiradores, amigos jóvenes y viejos que la estimasen, que la atendiesen, y con alguno de los cuales, a pesar de todo su recato y severidad de costumbres, pudo ella ser amable, concediendo aquellos favores de casta predilección y de limpia y amistosa confianza que no ya la austera virtud, pero ni la santidad prohíbe. ¿Cómo es que ninguno de esos amigos trató primero de evitar que cayese en la sima, o procuró después sacarla de ella sin exigirle en pago la humillación y la deshonra?

Así es que, si en el reglamento de censura se prohíbe hablar contra la religión, contra las autoridades, contra los gobiernos y los soberanos extranjeros, y contra otra porción de materias, es porque se ha presumido con mucha razón que era imposible hablar mal de esas cosas, diciendo verdad. Y para mentir más vale no escribir. Todo esto es claro; es más que claro, casi es justo.

Es así que no puede decir ningún escritor que se le ha prohibido un artículo por la censura porque eso lo prohíbe la ley, y la ley no puede ser mala; luego ¿cómo había yo de escribir artículos que se me pudiesen prohibir? Ni los he escrito, ni los he de escribir, ni lo dijera, si por algún evento los hubiera escrito, ni yo lo quiero decir, ni me dejarán tampoco, aunque yo quisiera. No hay medio.

¡Cuidado! exclamó Francisca; el ron es un perfume de coraceros... No me importa aseguró la Roubinet, mi estómago le recibe muy bien. El mío no dijo dulcemente la Sarcicourt. El médico me prohíbe los licores fuertes... Una gotita de leche, Magdalena, si usted gusta. Cada cual tuvo al fin lo que deseaba, y la conversación se volvió a animar.

Esto parece exagerado al que no lo presencia; pero sepa el que dude, que una de las tareas que más dan que hacer á la policía de Paris, consiste en especificar los sitios en donde no se pueden fijar anuncios, citando el artículo del reglamento que lo prohibe. Así sucede, que lo más común es encontrarse con letreros que dicen: défense d'afficher, prohibicion de fijar avisos.

Después desto, cuenta la historia que se llegó el día de la batalla aplazada, y, habiendo el duque una y muy muchas veces advertido a su lacayo Tosilos cómo se había de avenir con don Quijote para vencerle sin matarle ni herirle, ordenó que se quitasen los hierros a las lanzas, diciendo a don Quijote que no permitía la cristiandad, de que él se preciaba, que aquella batalla fuese con tanto riesgo y peligro de las vidas, y que se contentase con que le daba campo franco en su tierra, puesto que iba contra el decreto del Santo Concilio, que prohíbe los tales desafíos, y no quisiese llevar por todo rigor aquel trance tan fuerte.

Los villancicos destinados al canto y los cánticos religiosos debieron tener también estrecha relación con los dramas místicos, sobre todo los primeros, si es lícito deducirlo así de lo que sucedió con posterioridad. Otra ley de las Siete Partidas prohibe á los bufones vestir hábitos de sacerdotes, monjes ó monjas, para remedar á los clérigos .

Por bando de 13 de Diciembre de 1843 se prohibe á los chinos no radicados obtener licencia para viajar fuera de la provincia de Tondo, de donde no podían ausentarse según el particular cuarto del decreto de 28 de Junio de 1848 sin licencia del Gobierno general.