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Desde allí le traían, para autoridad, pasatiempo y deleite de él y de sus súbditos, cobre, estaño y ámbar, cándidas pieles de armiños y de cisnes, jimios y papagayos, especierías y perfumes, perlas y diamantes, marfil y oro. Alguien de mi familia privó con Ciro el Grande y volvió con Zorobabel a reedificar la Ciudad Santa.

¡María Santísima, San José bendito, qué comentarios, qué febril curiosidad, qué ansia de investigar y sorprender los propósitos del buen D. Carlos! En los primeros momentos, la misma intensidad de la sorpresa privó a todos de la palabra. Por los rincones del cerebro de cada cual andaba la procesión... dudas, temores, envidia, curiosidad ardiente.

Contrajo de esta suerte una fiebre tan brava, que en menos de una semana le privó de todo movimiento. Yo no hallé cosa mejor que cargarle sobre una mula y traelle a este Convento del Rosario, donde, después de largo padecer, ha fenecido anoche a las nueve, edificando a los religiosos con sus acentos de humildad y de sublime confianza en la misericordia de Dios.

Fundada por Constantino Cloro al fin del siglo III, adquirió, despues de hacer muchos progresos en la edad média, el rango de ciudad libre imperial, del cual la privó el emperador Cárlos V, en castigo de su rebeldía religiosa ó la adopcion del protestantismo. Los monumentos y las calles antiguas de la ciudad no carecen de interes por algunos pormenores curiosos.

Sin embargo, no lo era tanto como él se figuraba. Algunas veces la joven esposa, medio en serio, medio en broma, se encerraba en su cuarto. Allí pasaba tres o cuatro horas sin consentir que entrase, a pesar de los ruegos cariñosos que le dirigía por el agujero de la llave. Te privo de mi vista por algún tiempo decía después riendo, para que desees más el tenerme junto a ti.

A la misa en la capilla remozada asistía siempre Nucha, oyéndola toda de rodillas, y retirándose cuando Julián daba gracias. Sin volverse ni distraerse en la oración, Julián conocía el instante en que se levantaba la señorita y el ruido imperceptible de sus pisadas sobre el entarimado nuevo. Cierta mañana no lo oyó. Este hecho tan sencillo le privó de rezar con sosiego.

Desde aquella fecha, los dislates de unos cuantos ambiciosos que traducen su celo religioso en feroz intransigencia y desmedido afán de mando, privó á España de una rica provincia y á la religión de un crecido número de adeptos.

¿Sabes dónde está el mal de todo? dijo sordamente después de larga pausa . En que mi familia me privó, sin razón, de casarme con ella. ¡Qué obstinación tan estúpida! Se empeñaban en que yo estaba perdidamente enamorado de esa mujer. ¡Qué había de estar enamorado!... Lo que yo quería era dar una madre a mis hijos, ¿sabes? Nada más que eso. Ellos hubieran sido felices y yo también.

Estoy en la creencia de que si me privo de ellas, será un sacrificio para ciertamente, pero evitaré un peligro. He notado que cuando estoy distraída con estas frívolas lecturas, las útiles y serias me disgustan y cansan al momento. Decididamente, si he de adquirir capacidad para educar a mis hijos, me conviene adquirirla y la adquiriré en los libros serios; a ellos me inclino, pues, desde hoy.

Un hombre embozado hasta los ojos atravesó velozmente la plazoleta que hay delante de la morada de los obispos y entró en este recodo. La fuerza del huracán le detuvo, y la lluvia, penetrando entre el embozo de la capa y el sombrero, le privó de la vista.