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Buscó en voluminosos diccionarios las palabras más raras y altisonantes, sudó tinta por todos sus poros, y al cabo de diez días de rudo trabajo puso punto final a su obra, titulándola «La princesa BelisaCon el precioso manuscrito en el bolsillo, salió a consultar a su amigo Juan del Laurel.

Después aparece una procesión solemne, á cuyo frente camina el Rey con Roberto, ofreciéndosenos también á la vista la princesa Rosaura. Roberto lee el testamento del Rey difunto, en que se dispone que Enrique se case con Rosaura, y que, si lo rehusa, herede la corona su hermano menor.

Y toda esta fortuna enorme, que casi se doblaba por año con nuevos descubrimientos, pertenecía por entero á una mujer, la joven princesa, que se consideraba como de la familia imperial por obra de su ascendiente, y había preocupado más de una vez al soberano, á causa de las excentricidades de su carácter.

Amedrentado el rey rebelde, había entrado en tratos con los portugueses para entregarles la plaza, pero su visir, que era un rumí, o griego renegado, se puso de acuerdo con la princesa hija del monarca que había reinado allí en tiempo del grande Albuquerque.

Eso se parece dijo uno de los oyentes la historia de la princesa Laureola, por quien vinieron de la Meca los tres reyes moros, y dice el cuento que tenía los ojos de azabache ardiendo, la boca de flor de granado, y las orejas de caracolitos del mar. ¿Lo sabes ? Eso está en el romance de la Reina mora, bruto. ¿Qué tiene eso que ver con la princesa Laureola?

Salió a ver la ciudad, pasó por el palacio y vio el letrero en 25 la puerta. Entró para buscar a la princesa. El rey dijo que allí estaba un joven encerrado porque no podía encontrarla. La misma suerte le esperaba si no podía encontrarla dentro de tres días.

En este caso, cualesquiera que fuesen las órdenes del Rey, las instrucciones de Sarto y los consejos del General, Flavia se negó a permanecer en Tarlein mientras su amado se hallaba herido en Zenda, y el carruaje de la Princesa siguió de cerca al General y su escolta cuando éste se puso en camino del castillo.

De nuestras tropas, cinco muertos del batallón de Barbastro, uno de la Princesa y 14 heridos. Entre los muertos de los carlistas había un cura, y entre los prisioneros otros dos curas, uno de ellos herido

Ahora que el uno se ha ido a soñar despierto y el otro a velar dormido, vámonos y yo a cenar con la gente alegre, que aguardándonos está. No, Pepe. No me siento buena. El sofocón que he tomado, el frío que hacía al salir del teatro, me han cortado el cuerpo. Tengo escalofríos. Tus dengues de princesa dijo Pepe Vera . Vente conmigo.

En el casamiento de la princesa con Meñique no hubo mucho de particular, porque de los casamientos no se puede decir al principio, sino luego, cuando empiezan las penas de la vida, y se ve si los casados se ayudan y quieren bien, o si son egoístas y cobardes.