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Por lo cual, con sapientísimo y prudentísimo acuerdo, los primeros operarios de esta provincia se procuraron apartar lejos de las ciudades, buscando para sembrar el Evangelio provincias remotas, si no del comercio, á lo menos de la habitación de los forasteros, para que éstos no deshiciesen con su mal ejemplo lo que ellos hacían con su predicación.

De aquí que le debamos importantes indicaciones, relativas al método que debe seguir el investigador de los primeros albores del drama. Tertul., Ad nationes, lib. I, cap. 10. Martial, De spectaculis. Epigr. 7. Aunque la Historia secreta de Procopio, protegido de Belisario y prefecto de Constantinopla bajo Justiniano, que cita el Sr.

En los primeros días del año 1873, el Vizconde de Goivoformoso vino a París a pasar una larga temporada.

Allí había colocado la mano discreta de la tía mis primeros libros de estudia, conservados cuidadosamente en la familia; desde el Catecismo de Ripalda y el Fleury, hasta la Gramática de Iriarte, aquella gramática atiborrada de malos versos, que puso en mis manos don Basilio, el eterno alcalde de Villaverde, una noche inolvidable, la noche del reparto de premios. Abrí los libros.

Segun un inventario hecho en 1774, los diamantes de la corona francesa excedian de ocho mil, de los cuales eran los mejores, y lo son todavía, los denominados el Regente y el Sancy. El Regente, que ocupaba el tercero ó cuarto lugar entre los primeros diamantes conocidos, fué comprado por el duque de Orleans por cuatrocientos mil napoleones, en 1717.

Fué el P. Juan Bautista de Zea, natural de Goaze, lugar de Castilla la Vieja, en donde nació á 18 de Marzo de 1654. Aquí aprendió los primeros rudimentos de la gramática, aunque por la calidad del lugar y de los maestros, aprovechó más en la devoción que en las letras, creciendo no menos en la virtud que en los años.

En un rincon figuran: Isabel la católica, Fernando, su marido, y el inmortal Colomb; en otro sitio, Lutero enseñando su doctrina, ó Calvino demostrando la justicia del libre exámen. Los tres primeros salones están literalmente colmados de figuras históricas y de contemporáneos, pertenecientes á todos los géneros de celebridad.

«En sus primeros tiempos, dice don Adolfo de Castro, fué Salinas poeta de muy buen gusto literario, y en los últimos se convirtió en conceptista y en todos demostró un gran ingenio, sazonado de burlas y de gran delicadeza en la declaración de afectos amorosos

El salon del senado, magnífico como todos los del Palacio Ducal; hay dos inmensos cuadrantes que en vez de minuteros tienen los signos del zodíaco para señalar las horas: cuadros de los primeros artistas, techo de molduras, puertas de ébano.

La diferencia entre ellos está en que los primeros consideran la luz intelectual, como insuficiente para el conocimiento, cuando faltan las formas ó especies, sobre que pueda reflejar; y los otros creen que en esta misma luz van envueltas las ideas; aquellos, distinguen la luz de los colores, estos los hacen brotar de la misma luz.