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Esa crisis se operó hacia la primavera, en el momento mismo de cumplir los diez y siete años. Un día a fines de abril, y debía ser jueves, porque tuvimos asueto los colegiales salí muy temprano de la ciudad, a pasear al azar por los grandes caminos.

Entre el solsticio de Cáncer y cada uno de los equinoccios, la altura meridiana del Sol va creciendo durante la primavera y disminuyendo durante el verano: los días aumentan para menguar inmediatamente después.

Atónito Candido aun no podia entender bien de qué modo era un héroe. Púsosele en la cabeza un dia de primavera irse á paseo, y siguió su camino derecho, presumiendo que era prerogativa de la especie humana, lo mismo que de la especie animal, el servirse de sus piernas á su antojo.

El equinoccio del 20 al 22 de marzo es el equinoccio de primavera para el primero y el de otoño para el segundo. La misma observación debemos hacer para el equinoccio del 22 al 20 de setiembre, que es el equinoccio de otoño en el hemisferio boreal, y el de primavera en el austral. Otro tanto ocurre con los solsticios.

Los misterios de Samotracia y de Eléusis eran en el fondo inspirados por la primavera.

en divinas estrofas prorrumpiera cantando de tus dones el tesoro con ritmos de perenne primavera! Pero los días son más bien de lloro, no de adularte ¡oh pueblo filipino! a los ecos de cántico sonoro. Mientras, tal desatado torbellino surque tu faz, el rayo de la guerra alfombrando de escombros su camino;

He aquí la primavera que vuelve, con su cortejo de flores y la dulce melodía de las aves que trinan en la enramada. ¿Serás capaz de abandonar todo esto? ¡Piensa en el inmenso dolor que ocasionarías a tus infelices padres, que te aguardan en tu país! ¡piensa en tus pobres hermanos! ¡en tu madre, sobre todo, amigo mío, que no podría sobrevivirte! ¡Volverás a verlos a todos!

Era la primera corrida de la temporada de primavera, y los entusiastas de Gallardo mostraban grandes esperanzas, haciendo memoria de las reseñas que habían leído en los periódicos narrando sus triunfos recientes en otras plazas de España. Era el torero que tenía más contratas.

Las palomas ni por un instante soñaron con acercarse a él; ninguna intentó siquiera ponerse sobre la tabla que, a guisa de recibimiento, tenía delante. El día era demasiado espléndido para meterse en casa; un día tibio y claro de primavera en Castilla. Por el ventanillo del palomar, con toda precaución y cuidado, asomó el rostro un hombre; un rostro atezado, varonil, de bigote gris.

Y al mirarlo ya léjos, engañado, la vida de mi mente desechaba, y recostando la arrugada frente en mi mano convulsa, que abrasaba, maldecia el presente y, cobarde, lloraba... ¡Como si el árbol que de hermosas flores la Primavera plácida engalana, las conservára en el ardiente Estío! El sol marchita y borra sus colores dando al tiempo tributo, y tras la flor galana hincha su piel el sazonado fruto.