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¿Y quién hace caso del rey?... El rey sabe menos que nadie lo que se dice... déjame entrar ó te entro. Y como el sumiller se opusiese, el tío Manolillo le asió por la pretina y se entró con él en la cámara real. Hermano Felipe dijo al rey , aquí te traigo á éste para que le castigues... Se ha atrevido á faltarme al respeto... ¡pretender que la locura no entre en la cámara del rey!

Libro Tercero: Capítulo III: En que prosigue la misma materia, hasta dar con todos en la cárcel. Entró Merlo Díaz, hecha la pretina una sarta de búcaros y vidros, los cuales, pidiendo de beber en los tornos de las monjas, había agarrado con poco temor de Dios.

Llegaron las nuevas de estos desmanes al rei don Juan I.º, el cual no halló otro arbitrio para poner freno á aquella canalla bulliciosa que enviar cartas al dean i cabildo de la Santa Iglesia, encareciéndoles la necesidad de meter en pretina al arcediano don Fernando Martinez, autor con sus palabras tan fuera de razon i cordura, de aquellos males i alteraciones.

Daga trae en la pretina. 1855 DO

El Duque y el Marqués interpusieron sus autoridades, y para quietallo de todo punto inviaron por un particular , que trujo luego Piedepalo, para pagarlo de bonete , que fueron unos ciegos y una gaita zamorana que muy cerca de allí se recogían, que fué menester pagárselo adelantado porque se levantasen, y se concertó en treinta cuartos, y dijo el Duque que no se había pagado tan caro particular jamás, por vida de la Duquesa . Y al mismo tiempo que entró Piedepalo con el particular, se entró tras ellos Cienllamas, con la vara en la pretina , y Chispa y Redina con él, preguntando: ¿Quién es aquí el Diablo Cojuelo?

Iba en cuerpo y en alma, el cuello en el sombrero, los calzones vueltos, la camisa en la espada, la espada al hombro, los zapatos en la faldriquera, alpargatas, y medias de lienzo, sus frascos en la pretina y un poco de órgano en cajas de hoja de lata para papeles. Luego trabamos plática; preguntóme si venía de la Corte; dije que de paso había estado en ella.

A uno decía mi buen ayo: «Mañana me traen dineros»; a otro: «Aguárdeme V. Md. un día, que me trae en palabras el banco». Cuál le pedía la capa, quién le daba prisa por la pretina; en lo cual conocí que era tan amigo de sus amigos, que no tenía cosa suya. Andábamos haciendo culebra de una acera a otra por no topar con casas de acreedores.

Estaba el servicio a mi cabecera; vime forzado, a intercesión de mis narices, a decirles que mudasen a otra parte el vedriado. Y sobre si le viene muy ancho o no (como si me hubieran tomado la medida con el bacín), tuvimos palabras. Usé el oficio de adelantado, que es mejor a veces serlo de un cachete que de un reino, y metíle a uno media pretina en la cara.

Estas crucificaciones hechas por los judíos en las personas de niños inocentes, fueron tan solo fábulas inventadas por las viejezuelas ignorantes con propósito de amedrentar á los chiquillos de condicion desapacible i amigos de echarlo todo á ruido i vocería, i que anduviesen en ciertas ocasiones metidos en pretina.

Decían los compañeros que yo solo podía sustentar la casa con lo que corría, que es lo mismo que hurtar, en nombre revesado. Yo, como era muchacho y oía que me alababan el ingenio con que salía de estas travesuras, animábame para hacer muchas más. Cada día traía la pretina llena de jarras de monjas, que les pedía para beber y me venía con ellas; introduje que no diesen nada sin prenda primero.