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Pero su madre no ha hecho nada y va á llorar lágrimas del corazón. Su hermana es inocente y vamos á aniquilar su porvenir... Sorege cambió de expresión y dijo abandonando su calma: ¡No me hable usted de su hermana! Odio á toda esa gente y á su hermana más que á los demás ¿entiende usted? Tuve el valor de pretenderla y me rechazó... ¡No lo olvidaré!

Simón Cerojo, que acababa de recibir su licencia de soldado, que sabía un poco de pluma y había corrido media España con su regimiento, de cuyo coronel fue asistente cinco años, y era, además, un mocetón fresco y rollizo, se creyó con todas las condiciones exigidas por la vanidosa muchacha; y se atrevió a pretenderla, no sin llevar encima, por memorial y a mayor abundamiento, en su primera visita, un reloj de cinco duros y alguna de la ropa que, como prenda «de una buena estimación y una fina amistad», le había regalado su coronel al despedirle.

Y segundo, porque usted, mi joven amigo, es perfectamente incapaz de pretenderla, después de lo que va a oir. Oigame: La conocí hace diez años, y durante los seis meses que fuí su novio, hice cuanto me fué posible para que fuera mía. La quería mucho, y ella, inmensamente a . Por esto cedió un día, y desde ese instante, privado de tensión, mi amor se enfrió.

Ella cree que los cisnes de alas de oro, fatídicos nuncios del destino, vinieron a pronosticar su amor por ti y tu amor por ella, como pronosticaron a Damayanti que Nal debía ser su enamorado esposo. Y Urbási, no menos enamorada que Damayanti, desdeñaría por ti, no sólo a Balarán, sino a Indra, a Varuna y a los demás dioses, que desde el Baikounta bajasen a pretenderla.

Pepita, pues, con dinero y siendo además hermosa, y haciendo, como dicen todos, buen uso de su riqueza, se ve en el día considerada y respetada extraordinariamente. De este pueblo y de todos los de las cercanías han acudido a pretenderla los más brillantes partidos, los mozos mejor acomodados.

Y el Conde supo cumplir su firme decisión. Conquistas más fáciles le consolaron y distrajeron de aquel ligerísimo contratiempo. Mil veces más mortificado quedó en esto el orgullo de Elisa que el del Conde. Poco acostumbrada Elisa a que los galanes desistieran tan pronto de pretenderla y se retirasen además con tan glacial reposo, se sintió algo picada, si bien disimuló el pique.

Porque si aquellos establecieron que una comedia no representasse, sino la accion que moralmente puede suceder en veinte y quatro horas, quanto mayor inconveniente sera, que en tan breve tiempo un galan discreto se enamore de una dama cuerda, la solicite, regale, y festege, y que sin passarse un dia, la obligue y disponga de suerte sus amores, que començando á pretenderla por la mañana, se case con ella á la noche?

Habría querido echarme a sus pies, pedirle perdón por haberme atrevido a pretenderla; pero no podía hacerlo, porque mi suegra estaba detrás de ella... Había también allí damas de honor y otras tonterías... Balbucí algunas palabras que yo mismo no comprendí, y, no sabiendo qué actitud debería guardar, me puse a andar de un lado a otro por la pieza, abotonándome y desabotonándome los guantes.

Pues bien cerca la tenemos: Lita. Conque anímese usted a pretenderla. Me quedé estupefacto. ¿Era aquello broma? ¿Era abnegación? ¿Era arranque patriótico? Le declaré mi asombro, y me dijo: Desde que vino usted a Tablanca, está empeñado en ver visiones a ese propósito. Lo por algo que usted me ha dicho y otro poco que ha dejado traslucir.