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Villalonga y D. Baldomero no prestaban ni pizca de atención a los entusiasmos de su insufrible amigo, y se ocupaban en cosas de más sustancia. «Porque, figúrese usted... el Director del Tesoro acepta el préstamo en consolidado que está a 13... y extiende el pagaré por todo el valor nominal... al interés del 12 por 100. Usted vaya atando cabos...». Es escandaloso... ¡Pobre país!...

La comida era sustanciosa y el apetito excelente, y sentados en el suelo en grupos de diez o doce, comenzaron los chicos aquel festín delicioso, a que las brisas del mar prestaban su frescura, los rayos del sol sus resplandores y la alegría de la infancia su graciosa locuacidad.

Un juego en que dos señores se sentaban frente a frente, durante largo espacio de tiempo, sin proferir palabra y sin mover apenas las curiosas piezas de madera que entre tenían, y que se prestaban de manera tan admirable para jugar a los soldaditos; un juego así, repito, me parecía más apropósito para muertos que para vivos; y la contestación de Angustias fué convincente. ; continuó el ama.

Sus cuatro hijos habíalos recogido la suegra. Vivía en una fonda con la pensión que le pasaba una tía vieja de quien era presunto heredero. Sobre la esperanza de esta herencia algunos usureros le prestaban dinero. Si yo me encontrara en tu caso, ¿sabes lo que haría, Manolo?... Casarme con mi tía. Los amigos rieron, porque la tía de Dávalos tenía cerca de ochenta años.

Habiendo sufrido durante el día múltiples desazones que acabaron con sus fuerzas, sólo se sostenía gracias a una violenta reacción moral y a la energía que le prestaban los nervios. No recibió a Amaury con su sonrisa acostumbrada; lejos de ello, se le escapó, al verle entrar, un movimiento de despecho, y le dijo: De seguro esta noche te pareceré muy fea ¿verdad?

Así eran las dos jóvenes que, inclinadas sobre el mismo bastidor, hacían surgir sobre el lienzo un ramo de flores en el cual, fieles a su temperamento, ponía la una lirios y jacintos de suave blancura, mientras la otra lo adornaba con claveles y tulipanes que le prestaban animación con sus encendidos tonos.

Unos eran únicamente para los butifarras, aristocracia de la aristocracia, casas privilegiadas, contadísimas familias, unidas todas por el parentesco de continuos cruces; otros días para los caballeros, nobleza tradicional que vivía, sin saber por qué, supeditada a los anteriores; luego se recibía a los mossons, clase inferior pero en trato familiar con los grandes, intelectuales de la época, médicos, abogados y escribanos que prestaban sus servicios a las familias ilustres.