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Las muchachas portadoras de las literas del Consejo eran enviadas después á gobernar alguna provincia lejana. Pasaron igualmente las literas de los presidentes del Senado y de la Cámara de diputados, y á continuación la del rector de la Universidad, que tenía la forma de una lechuza y era llevada á brazos por cuatro profesores auxiliares.

En diez años, ¡cuatro presidentes que han terminado de mala manera ó han muerto en una cama que no era suya! Reconozcamos que es demasiada tragedia para tan corto tiempo. Esta sucesión de presidentes mejicanos recuerda á los reyes y héroes griegos de la dinastía de los Atreidas, que terminaban siempre de un modo fatal.

La fama de este centro de enseñanza, establecido en un bosque de varias leguas, con lagos, montañas y palacios, había llegado confusamente hasta sus oídos. Le bastaba con saber que vivían en él varias hijas y sobrinas de antiguos presidentes. Y allá, envió á Mina, poco antes de su muerte.

Borraron la impresión de este incidente los atildados e insubstanciales brindis que le siguieron de los presidentes de ambas Cámaras. Los dos graves señores, ajustándose estrictamente al carácter y al motivo palmario de la fiesta, consagraron lo principal de sus discursos a mayor honra y gloria del festejante, y lo accesorio, vago e incoloro, a la política.

2 Y envió el rey Nabucodonosor a juntar los grandes, los asistentes y capitanes, jueces, tesoreros, los del concejo, presidentes, y a todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado.

«Este tratado, que, según ha demostrado M. J. M. Guardia, es debido á Baltasar Álamos de Barrientos, se ha publicado con la siguiente portada: Norte de Príncipes, Virreyes, Presidentes y Gobernadores, y advertencias políticas según lo público y particular de una Monarquía, importantísimas á los tales, fundadas en materia y razón de Estado y Gobierno.

Y esto sin meternos á vaticinar ni á recelar que en Cuba pudiera haber presidentes, como los ha habido en otros puntos de América, que han tenido para estrujar al pueblo y sacarle el jugo tanta pujanza como la prensa hidráulica más poderosa.

El príncipe sonrió al ver cómo imitaba las palabras y gestos de las dos señoras. Clorinda es americana continuó Castro , pero americana del Sur, de una pequeña República donde sus padres, abuelos y bisabuelos han sido presidentes, hombres de guerra y padres de la patria. Su generalato no es sin fundamento.

Excepto el que habla, todos tienen sus sombreros puestos, túmbanse en los cojines, muchos duermen cómodamente, otros hablan; la tribuna destinada para el público es pequeña: todo es lo mismo en Inglaterra, formas, apénas se da participación al pueblo en las sesiones de las cámaras: en el centro del salon y sobre una mesa, está la corona y el cetro de la Albion; el canciller, ó presidente, viste un traje ridículamente extraño: cubre su cabeza la histórica peluca blanca con que se vienen adornando los presidentes desde el orígen del Parlamento.

Los indios de la falda de la Cordillera tuvieron noticia de estos ganados, y empezaron á llevar grandes manadas á Chile, cuyos Presidentes tenian contratas de ganados con dichos indios.