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Recobrad vuestra calma, amigo mío; preparaos para el viaje, partid sin demora, haced volar los caballos hasta que Elena esté fuera del alcance de nuestros perseguidores. Mathys se había puesto de pie y reflexionaba. Una especie de sonrisa iluminó su fisonomía, mientras decía con precipitación: ¡, , partamos en seguida!... Vamos lejos, muy lejos, muy lejos.

A una señal de Anco Marcio, las trompetas cesan de tocar. MARCIO. ¿Os detenéis o no? ¡Dios mío, no es fácil atajar un torrente que se precipita hacia el mar! ¡Al fin os habéis detenido! Ahora, obedeced. ¡Atrás los trompetas! ¡Adelante los profesores! Los demás que sigan en su lugar, sin moverse. Los profesores avanzan. MARCIO. ¡Señores profesores, preparaos!

Escuchad, querida Marta prosiguió Catalina , preparaos para recibir la declaración de amor del intendente; en esa solemne entrevista no dejará de demostraros una exaltación de afecto. Si lo rechazáis con una frialdad visible, se convencerá de que le odiáis, y llevará a cabo su primera resolución. No, Catalina, me dominaré para hacerle creer que le escucho con toda gratitud.

Contad con mi agradecimiento dijo Montiño levantándose. Esperad, esperad; tengo que deciros aún: guardad un profundo secreto acerca de todo lo que habéis sabido y hecho esta noche. Ya me lo había propuesto yo. No os ocultéis por temor á los resultados de vuestra aventura con don Rodrigo. Aún no lo que es miedo. Y preparáos á mayores aventuras. Venga lo que quisiere.

Vamos, hijo mío, vamos; seguid siendo valiente y acordáos para serlo de que vuestra serenidad, vuestra paz exterior en estos momentos es la paz del alma, es la vida de la inapreciable compañera que os ha dado Dios; recoged todas vuestras fuerzas, preparáos y no hablemos más. Y tiró de don Juan. Algunas calles más allá se encontraron en la de Don Pedro.