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Decía entre : «¡Malhaya quien fía en hacienda mal ganada, que se va como se viene! ¡Triste de ! ¿Qué haré?». No sabía si irme a buscarlos, si dar parte a la justicia. Esto no me parecía bien, porque si los prendían, habían de aclarar lo del hábito y otras cosas y era morir en la horca. Pues seguirlos, no sabía por dónde.

Fino polvo, levantado por el movimiento de las faldas las acompañaba semejante a una ligera nube y por causa del calor, de las extremidades de las ramas que ya amarilleaban, caía en torno de ellas hojas y flores maduras y se prendían a la larga manteleta de muselina en que Magdalena estaba envuelta.

Y los «chicos» devoraban la tostada bien cargadita de manteca, apuraban hasta la última gota del líquido negro y de la leche contenida en las cafeteras, y prendían fuego al cigarro de medio real, último y definitivo rasgo de generosidad.

La frutilla es como las aceitunas pequeñas, y tiene su hueso como aceituna. Los paraguayos comen esta fruta, aunque me pareció bien desabrida. Seria bueno que probasen si de ella se podia sacar aceite: y tambien si prendian en los tarumas los injertos de olivo. Establecimientos de Cuyabá y Mattogroso.

Porque, habrán de saber, que tenian una usanza estos Señores, que cuando algun capitan y capitanes venian victoriosos de la guerra, traian las insignias y adornamentos de los tales señores que en la guerra mataban y prendian; y como entrasen los tales capitanes por la ciudad del Cuzco victoriosos, é traian delante de las insinias y prisioneros, é poniénlas delante de sus Señores, y los Señores, viendo el tal despojo é insinias y prisioneros delante de , levantábase el tal Señor, é pisábalo é daba un paso por encima de los tales prisioneros.

Al principio tomaban uno de quien tenía dos: después vino otra orden y no dejaban ninguno y prendían cuantos se encontraban porque se escondieron todos. Esto fué á principios de Mayo de este año de 1639, y á 18 de él llevaron con colleras á embarcar para Sanlúcar ó el Puerto, 102 esclavos, negros, mulatos y berberiscos, con gran lástima y más de los casados, cuyas mujeres hacían mil extremos.

Entró en palacio. La sombra de la catedral, prolongándose sobre los tejados del caserón triste y achacoso del Obispo, lo obscurecía todo; mientras los rayos del sol poniente teñían de púrpura los términos lejanos, y prendían fuego a muchas casas de la Encimada, reflejando llamaradas en los cristales. El Magistral llegó hasta el gabinete en que el Obispo corregía las pruebas de una pastoral.

Pero, continuó Cristián, es necesario, por mucho que lo deplore, hacerte saber qué ha sido de Juana Baud. La pobre muchacha no ha tenido el destino dichoso que le deseas, porque en el momento en que te prendían, estaba muerta. ¡Muerta! exclamó Jacobo. ¿Cómo? Mi querido amigo, es la evidencia.

Sabiendo en Santa Cruz como querian Volverse, porque el Gomez lo ha tratado, Diciendo que las aguas ya venian, Y no estaba el camino aparejado: A Diego Gomez presto le prendian Y al Audiencia le envian á recado. Don Diego no desiste del camino, Que tullido y enfermo á Mizque vino.

Revoloteaban las moscas con porfiado zumbido, y ya se unían en el aire y caían rápidamente sobre la labor o las manos de las operarias, ya se prendían las patas en la goma del tarrillo, pugnando en balde por alzar el vuelo. Andaban esparcidos por las mesas, y mezclados con el tabaco, pedazos de borona, tajadas de bacalao crudo, cebollas, sardinas arenques.